Copio un texto interesante sobre la terapia de aceptación y compromiso en la fobia social. Me ha decepcionado un poco, la veo bastante parecida a la terapia cognitiva-conductual normal. Yo creía que se trataba de aceptarse a uno mismo en su totalidad, pero parece que sólo se trata de aceptar los síntomas de la ansiedad.
Un esquema del tratamiento de la fobia social según la terapia de aceptación y compromiso:
Valores
Para enfrentar la posibilidad del rechazo hay que tener una motivación importante. Los ejercicios para identificar los valores (página, 71 y 152 y siguientes) ayudan a la su clarificación y definición personal. Hay que tener en cuenta que los valores están siempre asociados al sufrimiento que se tiene. Por ejemplo, uno de los valores fundamentales que tienen las personas con fobia social son las relaciones sociales. Si no fuera así, su sufrimiento sería mucho menor.
Determinación
El ejercicio de analizar la huída frente al enfrentamiento a las situaciones temidas (página 199) ayuda a darse cuenta de las diferencias de sentimientos que deja la actitud de enfrentarnos a las situaciones luchando por aquello que deseamos, frente a la actitud asociada a la evitación.
De esta forma podemos llegar a tomar la determinación de llegar a aceptar la ansiedad que tememos, porque sentiremos y sabremos que es mejor que evitarla.
Aceptación
Si merece la pena enfrentarse a las situaciones temidas por mucho miedo que pasemos, es conveniente saber cómo se vencen los miedos. Los miedos se superan enfrentándose a ellos SIN DAR RESPUESTAS DE EVITACIÓN. En el caso de la fobia social, no basta con acudir a las situaciones en las que se sufre la ansiedad, porque en ellas también se están dando respuestas de evitación, por ejemplo, no se mira a la cara, no se habla, se busca de forma insistente algo que decir, se disimula, etc.
Si la lucha para controlar las conductas automáticas que se disparan en las situaciones de ansiedad y que son la causa de más ansiedad, lo único que consigue es incrementarlas, la solución pasa por su aceptación, por dejar la lucha inútil. La aceptación hay considerarla diferente de la resignación de aguantar (ver: La aceptación página 67).
El curso propone una serie de ejercicios de entrenamiento para llevar a cabo la aceptación de forma eficaz. Entre estos pasos se incluyen la aceptación de las sensaciones físicas asociadas al miedo, sin dar conductas de control automáticas como la respiración y la tensión muscular. También todas las reacciones emocionales que se den en las situaciones. (Ver: El camino hacia la aceptación: abriéndonos a las experiencias negativas página 79 y los ejercicios asociados páginas 168 y siguientes).
Ese entrenamiento nos va a permitir llevar a cabo la aceptación en las situaciones sociales, que consiste en centrarse en las tareas y en los objetivos que nos importan realmente en esa situación concreta en lugar de esforzarnos en controlar y evitar nuestras reacciones automáticas.
Vivir el presente
La aceptación es incondicional. Cuando aceptamos una experiencia interna, como un miedo, la ansiedad o cualquiera de los síntomas que querríamos ocultar en una situación social, lo hacemos sin condiciones, es decir, venga lo que venga. Nos entrenamos empezando aceptando lo que sentimos cuando pensamos en la catástrofe que nos adelanta nuestra mente.
La mente nos dice que no vamos a poder aceptar lo que nos va a venir en las situaciones tremendas que tanto tememos, le hemos de contestar que puede que sea cierto, ahora bien, vamos a aceptar lo que sentimos en ese momento. Estamos dispuestos a todo; pero centrados en el presente, cada cosa a su tiempo, el futuro nos vencerá; pero lo que tengo que enfrentar ahora es lo que siento en este momento. Cuando llegue la tremenda catástrofe la voy a enfrentar con determinación;… cuando llegue, ahora aceptamos lo que estamos sintiendo ahora. Hemos de vivir el presente (página 101 y páginas 207 y siguientes).
Desactivación del pensamiento
Nuestro pensamiento nos lleva a un futuro incierto e imposible y nos dice que ya, ahora mismo, hemos de hacer todo lo que esté en nuestras manos para superarlo. En la fobia social predice que nos vamos a poner nerviosos y que se nos va a notar. Cuando pensamos en una sensación concreta la potenciamos, aumentamos su probabilidad, como se demuestra en los experimentos del limón (página 2
y del picor (página 35). Sin embargo, no podemos dejar de pensar consciente y voluntariamente en lo que no queremos pensar como demuestra el ejercicio de los números (página 59). La solución pasa por aceptar el pensamiento y desactivarlo, es decir, ser conscientes de lo que estamos pensando, dejar que el pensamiento esté ahí sin discusión; pero no haciendo lo que nos dice. En el caso de la fobia social, se trata de tener el pensamiento de que nos van a rechazar, aceptarlo con sus consecuencias, es decir, con el miedo y la ansiedad que nos provoca y hacer lo que realmente nos importa: la acción comprometida con nuestros valores y objetivos. El entrenamiento para desactivar el pensamiento se hace a través de la exposición en la imaginación (página 200 y siguientes).
Descubriéndonos a nosotros mismos: el YO
El concepto que tenemos de nosotros mismos lo construimos en la interacción con los demás. Por eso, uno de los efectos más devastadores de la fobia social es que al seguir los impulsos de evitación que genera el miedo en las situaciones sociales no nos dejará ser nosotros mismos al no mostrar nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones a los demás. Cuando no los mostramos, la imagen social está distorsionada y el concepto que tenemos de nosotros mismos, finalmente, se deteriorará.
Atreverse a ser uno mismo, a decir lo que se quiere decir en la situación o callarse cuando no hay nada que decir, es difícil. Nos tenemos que arriesgar al rechazo, a quedar mal delante de las personas más significativas a que se nos note débiles, tontos, incapaces, etc.
El riesgo merece la pena porque nos va a permitir ser nosotros y para eso, merece la pena sentir la ansiedad que sea preciso.
Para entrenarse a aceptar el riesgo primero hemos de tener en cuenta nuestro YO más profundo: el YO como contexto (páginas 107 y siguientes y los ejercicios en las páginas 215 y siguientes), comprobando que somos los mismos mientras nuestras circunstancias y nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones cambian. Así nos será más fácil atrevernos a ser asertivos (
Asertividad) para poderse expresar es un paso necesario para descubrir nuestro yo como proceso y poder mostrar quienes somos a todo el mundo y poniéndonos en contacto con nuestro yo más interno.