A veces me sorprende a mí mismo mi madurez. Por ratitos como éste en que descubro que me he superado sobradamente como persona siento que voy bien encaminado:
Amo el razonamiento.
El razonamiento es la luz en la oscuridad.
Es la llave a las personas. Al amor. Al dinero. Al éxito.
He descubierto recientemente que darle vueltas a una idea compleja no siempre es negativo. Es decir, tener el hábito de comerte el coco siempre y por cosas innecesarias es obviamente negativo y puede tener un grave impacto en tu capacidad de relacionarte (especialmente si no sabes posponer esos procesos analíticos para la soledad), no obstante, también he podido comprobar que en rachas en que uno no reserva un mínimo de tiempo a analizar información sobre su vida y a pensar, puede experimentar una ralentización mental que puede igualmente repercutir negativamente en las relaciones sociales, pues éstas necesitan ser a la vez espontáneas y con un mínimo de profundidad, lo cual requiere cierta velocidad en la cabeza, y que por tanto comerse a veces el tarro -que no siempre-, es bueno para mantener una mente despierta y activa, y probablemente sana. Al contrario de lo que pensaba, darle vueltas a una idea compleja no necesariamente te deja aturdido e incapacita para ser sociable en momentos posteriores, sino que es más, puede hasta producir el efecto contrario y acelerar tu mente de estar dormida.
Pero dicho está, aunque tiene lados positivos el pensar, en exceso también tiene negativos. La clave está como de costumbre, en el equilibrio.
De la tontería y locura de mi madre nacen sus frases inconexas y sin sentido, e irónicamente, esta información caótica sirve de sustrato para un ejercicio para ejercitar la inteligencia de otras personas: desmenuzar toda esa información, analizarla, ver las incoherencias, irrelevancias y falacias.
Por todo ello, la exposición a mi madre no debe ser demasiada -vaya a ser que se me contagie la locura o la paranoia-, pero de vez en cuando sienta bien. En sentido de materializar esta dosificación, he de discernir una estratagema que me lo permita. Por lo pronto este verano estaré por defecto viviendo aquí, por lo que en principio la exposición es excesiva. Con fines de mitigarla, y evidentemente de ver a mis amigos, pasaré tiempo fuera de mi casa, en Málaga. Por contra lo que ocurrirá en una etapa posterior de mi vida será estudiar, estar de prácticas o trabajar, momento en que la situación torna ciento ochenta grados y el defecto pasará a ser la ausencia de estos ejercicios mentales. En ese caso, y con fines de reacelerar mi mente, y evidentemente de tener a mi madre contenta, vendré a visitarla cada dos o tres fines de semana -o más, o menos, según el lugar en que esté y las encomiendas que se me presenten-.