Siempre. Y no por vergüenza sino por comodidad, ya que dado que la ciudad en que resido es relativamente pequeña, la gente tiende a atestarse en un par de calles y transitar por ellas es sumamente incómodo. También evito transitar por plazas y parques para no encontrarme con conocidos.
De todos modos, salgo a pasear únicamente en los momentos cuando la afluencia es menor, o sea días lluviosos, domingos por la mañana (cuando todo el mundo duerme) y domingos en las tardes.
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