Manifiesto Introspectivo
Es feo transitar por ciertas “enfermedades”, trastornos o como les guste llamarlos. El cuerpo enferma y muere, la muerte nos conduce hacia algún lugar según la creencia que sobre ella tengamos. La mente enferma, pero muchas veces no muere, y ello no nos conduce a ningún sitio. Cuando la mente enferma se apodera de uno, podemos decir adiós a toda esperanza, podemos llenar el vacío con citas entupidas como esa de F. Nietzsche que decía que la esperanza era como la caja de Pandora: alimenta ensueños pero arroja los peores augurios, nos pone en una situación idealista que alimenta nuestras expectativas con el oro de los tontos. Al final uno se queda con que la esperanza es el peor de los males, el que quedo escondido en la caja aquella caja. Retrucar a lo citado por el propio Federico no tendría sentido, pero uno tiene el derecho a preguntarse si esa esperanza al menos no calma, no alivia cierto dolor. El dolor en la mente es un imposible hecho realidad: la mente controla el cuerpo, pero ¿Quién puede controlar a la mente? Rechazamos sus ideas, pero ellas vuelven con más fuerza. Las desautorizamos, le damos poca validez… pero ellas toman el control de la situación y crean una nueva manera de autoridad.
En una letra, alguien decía: “no podes arreglar tu propia confusión mental y queres cambiar el mundo en una letra”… Uno vuela demasiado alto con sus ideales, pero siempre hay algo que lo detiene… un pequeño problema se convierte en un obstáculo insuperable. Y te taladra la cabeza, de una manera tan dolorosa que uno desea que se acabe de la manera más rápida, sin sentir aquel dolor. Lo peor de todo es que uno sabe que las cosas no son así, uno es consciente de ello… y sin embargo los pensamientos embaten nuevamente contra uno, saben donde golpearte… uno es débil, a veces demasiado. ¿Ceder? Tal vez, no, depende, hay que ser fuertes, pero no puedo, tal vez en otro momento, quizás cuando no aguantemos más: ¿Quiénes?, ¿mi mente y yo? Separamos la mente de nosotros mismos. ¿Por qué, si uno es uno en su totalidad? Mis piernas soy yo, mis brazos soy yo, mis genitales soy yo, mi torso soy yo, mi cara soy yo. ¿Mi mente soy yo?.... No se. Espero no ser tan hijo de **** como mi mente. Espero no tratar a los demás como mi mente me trata a mí. ¿O es al revés?
No hable de relativismo, pero el relativismo es una caída... es un abismo. Es fácil caer, demasiado, pero ello implica que uno ya no crea ni en uno mismo. Igualar la validez de mi pensamiento con la de otro sujeto implica desautorizarme en cuanto a sujeto reflexivo. Pero ¿La desautorización no era buena para eliminar pensamientos negativos? Si lo era. Pero son dos cosas distintas el desautorizar un pensamiento obsesivo y el hacerlo con la opinión de uno sobre determinado tema.
La ansiedad es algo permanente, las obsesiones también lo son. Sin embargo se fortalecen cuando uno se encuentra en un estado de debilidad. Uno teme perder aquello que no tiene, aquello que cree tener. Y como decía otro poeta: “y sin embargo tenemos tan poco”, tan poco… que aun no me tengo a mi.
Espero no ser tan hijo de **** como mi mente. Espero no tratar a los demás como mi mente me trata a mí.
Espero que alguien entienda que esto es literatura.
