Bueno, parece una tontería y me metí yo sola en el berenjenal, pero...
El problema es el siguiente. En la universidad, para variar, nos pusimos en grupos y (con la suerte que tengo), me tocó con dos compañeros a los que prácticamente no he dirigido la palabra. Con mi "bonita" costumbre de no entablar conversación dejé que discutieran lo poco que había que hacer y, al decidir quién haría la exposición, me verían cara de extrovertida (no concibo cómo, porque no abrí la boca) y me preguntaron si iba a hacerlo yo, que eso a las chicas se nos daba mejor
. Yo me quedé bloqueada (y fui imbécil), con el típico silencio incómodo y ellos dos que parecían más cohibidos que yo. Me puse tan nerviosa que no se me ocurrió nada más que decirles que sí, claro, intentando parecer lo más despreocupada posible y sonriendo como una idiota.
Aunque la exposición es un resumen de 4 palabras, solo de pensar en hacerla... Y la idea de perseguir a uno de ellos para decírselo me sobrepasa. Después de responder que sí, tan convencida, ¿le digo que he cambiado de idea porque no pensé en la vergüenza que me daría? Ya sé que debería haber reaccionado en el momento en el que lo preguntaron, pero a lo hecho... Incluso he pensado en tirar de la excusa fácil, dejar que piensen que me importa un pimiento y que no me apetece repasar los papeles, pero tampoco quiero desentenderme de esa manera por algo así.
En fin, lo siento por el tostón, esta es la duda... ¿Me arriesgo a hacer la exposición, con el ridículo que irá incluido, o hablo con ellos y pongo algún pretexto?