Mensaje a los suicidas del foro:
La persona que se quiera suicidar REALMENTE no sabe lo que dice. Yo comprendo que la mayor parte de intentos de suicidio son amagos a voces para dar pena y conmiseración. Yo mismo lo he hecho. Pero el que quiere en serio suicidarse o que venga el fin del mundo o cosas de esas, no tiene ni idea de lo que pide.
La muerte, como misterio último de la existencia, no pide permiso para llegar. Como una pompa de jabón, nuestras vidas flotan libremente en el viento de la inmensidad pero, sin previo aviso, estallan y desaparecen. Para siempre. No entro en mundos ultraterrenos, clubes ultra selectivos en los cuales casi no pasan ni sus fundadores.
La materialidad de la que estamos hechos desaparecerá mañana... MAÑANA. ¿A qué pedir la llegada del fin del mundo si nuestro fin del mundo personal e intransferible llegará en unos 70 o 60 años? Eso con suerte.
Nos hemos acostumbrado a vivir demasiado y a hacerlo carentes de los referentes de otros tiempos, sin la muerte y la decadencia como testigos omnipresentes. Desde el mismo momento en que el recuerdo a los difuntos se ha convertido en un carnaval, se ve claramente que nos hemos olvidado de la dama negra o la hemos disfrazado con un tutú rosa y maquillado de colores crema.
Quiero que os deis cuenta de lo que pedís. ¿Desaparecer? ¿Dejar de existir? No estamos hablando de usarlo unos días de prueba y luego si eso me arrepiento y me paso a Movistar. La muerte es una acción definitiva e irrevocable. Es la eternidad dormidos, es la nada absoluta, la falta de sensaciones, sentimientos o pensamientos de cualquier tipo. Es no ser. Es el horror, el escalofrío y el vuelco al corazón que todos tememos pero que nadie se atreve a formular. ¿Y si mañana no despierto? ¿Y si el televisor se apaga? ¿Y si baja el telón? Ya no hay más. YA NO HAY MÁS.
Ni risas ni llantos, ni acosadores de escuela, ni madres, ni padres, ni hermanos, ni compañeros de trabajo, ni tareas por hacer, ni sueños por realizar, ni esa musiquita que nos acompaña todos los días en la cabeza, ni el café de media mañana que nos tomamos tan a gusto, ni el tacto del volante cuando conducimos a casa, ni las reuniones familiares, ni el sudor, ni las luces de discoteca, ni las cagadas de las palomas, ni los libros de aventuras... NADA.
Creo que debemos reflexionar sobre la muerte... procede puesto que las tinieblas han llegado para quedarse. Los días se acortan, el frío invita a recogerse... y cuando digo recogerse no digo sólo abrigarse sino juntarse uno mismo y reflexionar sobre nuestra espiritualidad, sobre nuestros valores, sobre la trascendencia.
No quiero obsesionarme con la muerte si no es para valorar la vida. Joder, eso que es la vida es el acontecimiento más increíble y sorprendente que nos podemos imaginar. Que exista algo en vez de la nada, y que ese algo sea capaz de autoconocerse e identificarse, de sentir y percibir la realidad del Cosmos.
En esta tesitura, ser fóbico social, incluso ser esclavo, estar explotado, ser apaleado o torturado, fijaos la burrada que digo, eso es ya maravilloso porque SOMOS, porque negamos la aplastante y demoledora realidad que es el hecho de que la nada sería lo normal. No pido que seamos masoquistas, sólo que nos demos cuenta de que, de entre todas esas cartas de la baraja de lo posible, ha surgido un Pepe, un Juan, una María o una Raquel, que se aferran a la vida y a la realidad con garra y abrumadora rotundidad. Más de la que os creéis, de verdad. ¿Quienes somos nosotros para negar tan absoluto y maravilloso don?
No sé si he podido explicar lo que me rondaba por la cabeza pero, por favor, sed perspicaces, ya habrá tiempo para dejar de vivir, TODA LA ETERNIDAD.