Nos encontramos ante un claro ejemplo de lo pernicioso que pueden llegar a ser los rígidos e inviolables valores que propugnan algunas religiones, basadas en la imposición de la cultura del miedo como yugo sobre sus sufridos fieles que acatan todo precepto como dogma incuestionable.
El ser humano no admite perspectiva maniquea. Delirante utopía sería el pretender caminar siempre por la senda que propone el dictámen de la moral. Conviene relajarse un poco, el no llevar un arito luminiscente encima de la cabeza, no te convierte directamente en primo hermano de Lucifer.
Las malas gentes lo son en mayor medida por intención que por omisión. Tú eres simplemente un ser humano con la voluntad condicionada a los designios de la timidez extrema.
Amigo Servio, pareces un gran muchacho. Así pues,
ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Ve y no peques más
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