A mí también me pasa. Como dijeron, gran parte de la causa de esa situación es la falta de material para compartir; al no tener pareja y pocos amigos, no salir de fiesta y etc. acabas intentando ocultar esas carencias a los demás por el simple hecho de que no te interesa estar dando explicaciones. Un agregado a ello es el no compartir aficiones ni gustos, cosa que me pasa bastante. Pero en realidad es fundamentalmente un asunto de inseguridad, de miedo al rechazo y al ridículo más que de otra cosa.
Durante las clases del curso al que asisto, me dí cuenta que el pretender refugiarme en "a nadie le interesan los temas que a mí, no tendría nada que compartir" es insostenible. Pude escuchar conversaciones en las que podría haber participado con mucho gusto y, aún, tuve que reconocer que si yo sacara algún tema de mi interés, era probable que a los demás les interesase también. El problema de fondo entonces no es en mi caso la "completa ausencia de temas de interés común", sino más bien la simple inseguridad al expresarme; la falta de soltura, el miedo a pronunciar mal alguna palabra o trabarme, la continua percepción de verme mal físicamente, etc.
Esto está muy sujeto a mis cambios de ánimo; bien puedo tomar mucho coraje en ocasiones y hasta parecer de lo más natural, o estar completamente inhibido al punto de casi evitar saludar, como me estuvo pasando los últimos días
Es verdad que la gente gusta de hablar de su vida privada a medida que va entrando en confianza, y eso es lo que me lleva a perder el ritmo en el natural desarrollo de los vínculos. Pero eso por sí sólo no sería tan grave si no se le añadiera aquella distorsionada percepción de que no es posible compartir
nada con los demás por falta de interés recíproco. Mucha gente extrovertida es abierta, una enorme cantidad de prejuicios los llevamos nosotros antes que ellos. Quizá si me animara a comentar que me gusta la música celta, por ejemplo, podría surgir una conversación interesante sobre ello, exponiendo yo mis gustos al otro tomando el control de la conversación, para variar. Creer que se van a reír o nos van a rechazar por tener aficiones "poco convencionales" es exagerado una vez fuera de la escuela secundaria, cuando las mentes ya están algo más maduras. Y si no hay afinidad no la hay y punto, qué tanto drama. Siempre habrán idiotas sueltos por ahí.
No hablo de que haya que exteriorizar a la fuerza, en absoluto. Pero si, honestamente, reconocemos que tenemos el deseo de compartir más con las personas, deberemos hacer el esfuerzo. O resignarse y llevarlo lo mejor posible; con un par de amigos y/o pareja quizá ya tendríamos las necesidades de implicación social bastante cubiertas.
Considero que lo mejor es mantener una actitud de superación constante, pero sin agobiarse en exceso para evitar un contraproducente agotamiento.