Cada año me daba por una cosa, pero así las mas fuertes que recuerdo fueron:
Profesora, bailarina (de clásico), gimnasta, bruja, princesa, jugadora de baloncesto, actriz (de teatro), psicóloga, algo relacionado con la historia, saltimbanqui o acróbata, formar parte de algún grupo de espectáculos callejeros o algo así, filósofa, escritora, etc… y cientos de cosas mas, cada vez que veía en cualquier sitio algo imposible (al menos para mi) o que me deslumbraba con su belleza me convencía de que de mayor iba a ser eso.
Pero lo mío tiene miga, es curioso, me daban auténticas vocaciones, que de los 2 a los 10 años +- hasta me disfrazaba de eso todos los días y si no me dejaban montaba un numerito, pero lo mejor es que no tenía disfraz de esa profesión en concreto y me lo inventaba o fabricaba yo misma con ropa y cosas que tenía por casa. Por ejemplo el de bailarina a veces me ponía una camiseta interior blanca de tirantes con el viso blanco de un vestido (de una boda o el de la comunión) pero sin nada encima y salía así en camiseta interior y con el viso
, y tengo fotos de esa misma época en las que salgo con un flotador de la playa pero "ojo"… ¡pinchado! y pintarrajeado con bolígrafo y rotulador y un mayor que usaba para las clases de baile y gimnasia rítmica y se suponía que iba de bailarina porque el flotador se quedaba tieso como las faldas de las bailarinas y al llevar el mayor debajo mi desbordada imaginación veía en esa ridiculez un perfecto vestido de bailarina clásica, pero que me salía al balcón y te hacía el baile de los cisnes con flotador y todo
(así no se ahogaban los cisnes) aunque estuviera pinchado. Y otro que me acuerdo es el de jugadora de baloncesto que casualmente me compró mi madre un conjunto de chándal que imitaba a la equipación que llevan los de baloncesto con el número y todo… pues no me lo quitaba ni para dormir, tenía que ir con él todos los putos días y llegó un punto que tuvieron que meterme otra profesión en la cabeza a la fuerza porque el conjuntito ese estaba ya para la incineradora de lo roto y viejo que estaba y de los cientos de lavados que llevaba se había descolorido, mas que una futura estrella del deporte parecía un estrella frustrada mendigando
(de 5 años, claro).
Menos mal que luego la cruda realidad me puso los píes en la tierra, porque si no me habría pasado la vida en centros psiquiátricos y a saber lo que habría sido de mi… uhm, ¡jo me habría ido mejor!.