A veces el monstruo se cree más fuerte que yo y gana batallas, por eso tengo que acostumbrarme a perder una torre, una pierna, una parte de muralla, un ala del castillo, o toda mi fortaleza. Me hace cosquillas pero a veces esas cosquillas me arrancan una costilla y sangro, y tengo miedo.
Por eso debo resignarme a que si no hago nada vendrán los tornados y se llevarán mi casa, debo de aprender a reconstruir y afianzar mi estructura, porque aunque no llamemos a los tornados, ellos vendrán por sí solos, no hace falta provocar al monstruo.
Acabo de perder lo mas importante, el eje de mi vida. Pero sé que existe la posibilidad de encontrar otro eje, es que es algo arduo, muy complicado, y para ello primero necesito preparación y disciplina, necesito tiempo y voluntad. Tengo miedo a que la situación se alargue mas de la cuenta y desaparecerme. Pero al mismo tiempo tengo esperanza, prefiero escucharla a ella.
Tengo que reconstruir y abrir las puertas, dejarme la piel y la vida por el eje principal de la misma. Lo estoy aceptando, lo he asimilado, nada fue real… o si, prefiero pensar que si lo fue aunque entonces no comprenda.
El monstruo ha ganado una batalla que yo gané antes muchas veces, ahora buscaré la forma de recomponerme porque no tengo ya nada que perder y solo es posible ganar.