Ahora recuerdo que hace unos 3 años salí por ahí con un par de amigos (los únicos de verdad que he tenido, aunque no sé si lo son todavía
) y estabamos vagueando por las calles sin nada que hacer, y se nos ocurrió subir a las Torres de Parque Central, que son las más altas de Caracas, con más de 50 pisos.
Y las subimos por las escaleras, cuando ibamos por el piso cuarenta y tantos, vimos una señal que decía "no pasar sin autorización" pues nos saltamos eso y seguimos hasta llegar al ultimo piso, luego ahí en el piso 54 nos subimos por una escalera y llegamos a la platabanda, en la azotea. Se veía todo pequeñito, los carros, la gente, se ve toda la ciudad desde ahí. Nos asomamos en la baranda que nos llegaba un poco más arriba de la cintura. Cuando me asomé, me dió un miedo terrible porque me daba ganas de lanzarme, era algo instintivo, involuntario, y Daniel, uno de mis amigos quería pararse en esa baranda que además estaba inclinada hacia afuera, yo y el otro amigo lo tuvimos que convencer de no hacerlo porque lo más seguro es que iba a caerse al precipicio.
Luego de esto, llegó un guardia y nos sacó del lugar. En verdad que fué emocionante esta experiencia. Ese espiritu aventurero me encanta, pero lo he venido perdiendo demasiado, ya casi por completo. Aún más con esta soledad.