Este asunto me ha hecho divagar. ¿Alguien se imagina a un fóbico social de más de 80 años? Ay, casi puedo visualizar al pobrecillo, solo, sin novia y componiendo sempiterno rictus tirando a mustio mientras trata de mimetizarse entre los arbustos de los jardines del geriátrico para no ser avistado.
Puedo adivinar su gesto apurado al parapetarse cual perfecto sándwich entre el periódico y el sillón orejero del salón recreativo mientras, a su vera, toda una caterva de vejetes vocingleros juegan una apasionante partida de dominó. Casi puedo oír los latidos de su corazón desbocado de lebrel cuando se descuelga a lo "misión imposible" para sustraer subrepticiamente del botiquín la dotación de Viagra, pues la jornada es larga y tediosa, y siempre se pueden evocar tiempos de mayor gloria haciéndose uno algunas pajillas.
Hombre, bien mirado, su día a día tampoco parece diferir mucho del de un fóbico mucho más bisoño
.