Hay personas, sobre todo maduras, que no entienden por qué Fulanito y Menganita no acaban juntos. Si ambos están solteros, tienen cierta edad y además hacen buena pareja, no ven el inconveniente. Para ellos sería un "buen apaño" y así los dos estarían "recogidos".
Digo todo esto porque los fines de semana los suelo pasar en un pueblo de la sierra gaditana. Uno se pone a escuchar las conversaciones de la mayoría de los matrimonios maduros, cualquiera que sea su nivel económico, y se da cuenta de que antaño la elección de la pareja conllevaba menos quebraderos de cabeza. Nuestros abuelos o padres incluso, no hay que irse muy lejos.
Hoy en día, con el mejor acceso a la cultura, se van abriendo brechas en una misma población, y surge un gradiente de personas con diferentes capacidades. Con las aficiones pasa lo mismo, cada vez hay más actividades. Todo esto hace cada vez más difícil encontrar pareja, porque buscamos personas con una cultura, capacidades y aficiones parecidas. En ese sentido surgen una serie de comeduras de tarro y frustraciones que antes no había, porque todos estaban en las mismas condiciones. Y es un problema tanto para los que están en la parte de arriba del gradiente como los que están abajo. Frustración por parte de unos e incomprensión por parte de otros.
Es curioso escuchar a esos matrimonios cuyas únicas preocupaciones eran trabajar para comer, procrear y si podían buscar pillerías para ganar dinero y comprarse una finca o un buen coche, mejor. Antes buscabas una persona que te atrajera algo físicamente o que te cayera bien y poco más. Nacieron en el fondo del pozo, ya no podían caer más bajo y por lo tanto cualquier cambio les sonaba bien. Y en ese aspecto son envidiables, porque entre sus luchas internas no había complicaciones como las actuales. Había otras, pero nacían con ellas.
Ya sé que antes se casaban directamente para poder tener sexo, u obligados, en muchos casos. Pero seguro que al convivir no surgían las diferencias que hoy en día sí existen, exceptuando las diferencias de carácter. Seguro que al charlar entre ellos ninguna de las partes se aburría por la falta de cultura del otro, ni porque él quiera jugar al tenis y ella ir de tiendas o al aerobic. Ni al cine u ópera.
El aumento de las posibilidades y de la cultura ¿Conduce a la soledad del individuo? ¿Te hace más libre, pero a la vez más preso de tu soledad? ¿Mayor solidaridad pero mayor individualismo?