Pues eso, que con esta personalidad con la que me ha tocado vivir, necesito estar solo con frecuencia (o simplemente no hablar) para fantasear, que en mi caso consiste a veces en rumiar mis desgracias, regocijándome en el fango y otras veces en imaginar situaciones de idilio. Pero la gente que te rodea muchas veces no lo entiende. Piensan que te automarginas o que no quieres nada con ellos. Y da lugar a malentendidos que afectan a tus relaciones. Y es lógico. Pero existe la contradicción de que otras veces necesito imperiosamente estar con la gente y me quejo de que no tengo con quien jugar al tenis, hacer excursiones o ir de viaje. Quiero que me regalen la amistad por la cara, sin mover un ápice, y que estén a merced de mis caprichos. Es una actitud egoísta e inmadura por mi parte. Y eso se refleja en todas las facetas de mi vida, donde espero que las cosas mejoren por arte de birlibirloque. La evasión de la realidad hace que ésta sea más soportable, pero debo procurar no amargarme a mí mismo ni a los demás. Ni engañarme. A veces creo que la fórmula es: niño sobreprotegido (no es tirar balones fuera) + inmadurez + pensamiento mágico + alguien lo hará por mí = alguien como yo.