Dicen que existe una época en el año donde todo es felicidad y amor fraterno. ¿Por qué será que esa época nunca ocurre en mi vida? :( . Posiblemente no haya peor momento en el año para un fóbico social y perdedor de la vida que las Navidades y todo lo que lleva consigo. Te paras a pensar en lo que te ha sucedido durante el año y no puedes sino colegir que tu situación es igual o, incluso, peor que hace justo 365 días. Intentas apartarte del bullicio general, sin embargo es inútil hay algo que te recuerda que no eres feliz y, lo que es peor, no tienes visos de serlo nunca. Algunos dirán que esto es ser pesimista o hasta catastrofista, pero la realidad es la que es: pasan los años y todo continua igual. Estas fechas son un constante
deja vù en el que regresas al mismo punto de hace uno, dos, tres, cuatro....infinitos años.
Tengo bastante asumido que mi tristeza será a perpetuidad porque, aunque las cosas dieran un giro de 180 grados, la Ley de la Permanencia volverá a propiciar el giro colocándome justo donde debo estar. Donde tengo que estar
. Anoche, en medio de la supuesta fiesta, me empecé a encontrar mal. Era un conjunto de melancolía, abatimiento, desgana y profunda tristeza hasta el amargamiento. Me encerré en mi cuarto, por mucho que lo intenté no pude aguantar y me eché a llorar
. No fue un mero llanto, fue algo acumulado por tanto tiempo con ganas y, sin embargo, sin permitirme soltar lágrima. Tiene algo de liberador permitirse llorar, aunque no seré hipócrita, a nadie le gusta llorar en estas circunstancias. Es duro reconocer que se ha fracasado en los parámetros de vida social, que no se es normal o igual al resto. El hundimiento es absoluto.
Lo peor es que no quieres que nadie contemple tu rostro abatido. Hay una mezcla de un "no molestar" a tus seres queridos (los únicos que te quieren) y de sentir vergüenza por ver como otras personas cercanas si disfrutan de la fiesta. Tratas de calmarte, al menos aguantar el tipo por lo que queda de noche, que no se diga. Salí de mi habitación y me encontré con la soledad y el silencio. Nadie en ningún lado y ni un pequeño murmullo. Aguanté, respiré hondo, traté de leer para distraerme sin conseguirlo. La tensión iba en aumento en mi persona, no paraba de latir mi corazón a mayor velocidad, sudor y nerviosismo me recorren el cuerpo. Sin pensármelo más, voy hacia el botiquín, cojo un bote de las pastillas para dormir. En una mano, el bote, en otra, un vaso de sidra. ¿Lo lograré?, ¿puedo poner fin a este sufrimiento?. La desesperación va a más, pero me digo
"vas a cambiar de aires", tu vida puede cambiar, date otra oportunidad". Una lucha constante entre mis dos partes, hasta que aparece mi padre (una vez más). Oculto las pastillas, me pregunta qué hago levantado todavía, yo me hago el remolón. Una noche de sufrimiento parece concluir de manera patética como siempre....NADA pasa como siempre...
Siento contar estas cosas el día de Navidad, pero como llorar escribir también te da algo de liberación, de desahogo aunque nadie lo lea. Por ahora, sigo ya veré dentro de una semana en Nochevieja si las fuerzas del mal alcanzan su objetivo de liquidarme...¡FELICES FIESTAS! (¡qué irónico!
).