Por una series de catastróficas desdichas se me presenta la oportunidad de irme a Londres, aunque no es que sea una oportunidad, es que simplemente no lo había pensado antes, al menos no con seriedad.
Bueno, debido a que no encuentro curro he pensado en apuntarme a una de esas agencias que te ayudan a alojarte allí y a encontrar trabajo, dependiendo de tu nivel de inglés y todo eso. La idea ya de por sí me intimida, pero es que además está mi FS. Si ya aquí lo paso mal cuando he trabajado, mucho peor sería allí, y encima teniendo que relacionarme más al vivir compartiendo piso y todo eso.
Lo del idioma me importa menos porque por un lado no creo que me sienta más aislado de lo que me siento aquí hablando mi lengua materna, y por el otro pues me da igual, no es que domine el inglés (y menos el británico) pero seguro que allí hay mucho hispanoparlante que me pueda ayudar hasta que le pille el punto.
El caso es que creo que es la mejor opción de todas las opciones que se me han presentado. Por un lado es una oportunidad de trabajar y ganar money, por otro lado es una forma de aprender un idioma (o mejorarlo), y sobre todo sería una especie de terapia de choque a lo bestia que podría suponer un cambio fundamental en mi existencia al afrontar una cosa como ésta. Algo que me haga madurar de una vez y que suponga un antes y un después.
No sé si alguien me puede comentar su experiencia. La verdad es que estoy en el alambre, hay una parte de mí quiere, que ansía irse de aquí y cumplir algo que llevo diciendo desde mi adolescencia... pero otra parte se niega a abandonar la comodidad de mi hogar, la sobreprotección de mi madre y mi hermana, de afrontar un reto como éste, yo que me ahogo en un vaso de water. Y no sé cómo hacer para arrastrar a esa otra parte, mi parte acojonada, esa parte que siempre me ha lastrado.
Creo que al final me rajaré, y lo más gracioso e irónico de toda esta historia es que estoy buscando trabajo como loco para tener una excusa para no irme, y me engaño diciendo que es para sacar dinero y poder irme más desahogado.
Vivo instalado en el absurdo.