Hay un concepto muy importante en psicología, que es la idea de caricia. La caricia puede definirse como toda acción que realiza un ser en pro de otro ser o de sí mismo. Caricia es la alimentación que proporciona la madre a sus crías, también es caricia una palabra de aliento o el simple hecho -aparentemente simple- de hacer de confidente de otra persona, ayudarle a desahogarse. Todo ser vivo, para sobrevivir y mantener una correcta homeostasis tanto física como psíquica, necesita de la caricia.
Ahora bien, así como hay una caricia positiva –que es la caricia por antonomasia-, también hay una “caricia” negativa. Añadiendo este concepto, la caricia pasaría a ser toda acción que realiza un ser para confirmar la existencia de otro ser, ya sea de manera cariñosa u odiosa. Caricia negativa es una bofetada, un decir “no sirves para nada”, una carcajada socarrona. Y ocurre que, cuando -una persona o un animal- carece de caricias y acariciantes, y es a su vez incapaz de proporcionarse a sí mismo caricias suficientemente estimulantes y positivas, llegará al extremo de conformarse con caricias negativas -las propiciará incluso- con el único fin de confirmar la realidad de su ser.
Es didáctico, verbigracia, el caso de los presos que son aislados durante mucho tiempo, sobre todo cuando son muy agresivos. Les ocurre a estos presidiarios que el aislamiento, la falta absoluta de contacto con otro ser humano, les lleva a extremos -como automutilarse o destruir su celda- con el único fin de que les envíen guardias, aunque sea para que los golpeen, pues todo es preferible a la carencia de estimulo humano.
Creo que esta necesidad, fundamental, explica el que muchas personas prefieran la mala compañía de un maltratador a la soledad. La mayoría de las personas no están capacitadas para auto-acariciarse. Para esto hace falta un mundo interior, buenos recuerdos, cierta autoestima.
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