Solo viniste al mundo, y solo te irás. Cualquier encuentro es pura coincidencia, disfruta, ama. Y cuando mueras, nada habrá sido.
Nacer para comenzar a ser. Quizás el momento de nacer fuera el mejor para responder a la pregunta: "¿quién soy?" Ser que por primera vez avista un mundo desconocido, y que con la neutralidad de un niño y de la mano de la necesidad de amor, se apega placenteramente al cariño recibido por el cual se deja llevar sin el más mínimo escrúpulo. Por quien le ama, devoción y gratitud; no como una deuda o un frío favor a devolver, sino como un voluntario y sincero volcado del corazón, el amor, que es el cuidado mutuo. El amor se retroalimenta, y cuanto más se comparte, más es la entrega o devoción por el otro. Conservamos aquello que amamos con todo nuestro empeño, cuidamos lo que es nuestro apoyo en el mundo.
Dicen que del amor al odio hay un paso, y quizás sea cierto. El amor y el odio pueden incluso coexistir, porque aunque sean sentimientos contradictorios, es la memoria quien permite una superposición. Sentimos amor por quien nos dio su apoyo, pero también la odiamos si ahora solo nos hace daño; odio más intenso cuanto más la hayamos amado, pues no hay mayor dolor que el recibido por quien queremos. No olvidamos, y por eso es posible amar a quien odiamos.
Al nacer, ya vinimos con todas nuestras pertenencias. No hay cosa en el mundo que nos pertenezca, y no hay destino que nos entregue algo únicamente para nosotros. La vida es como una línea quebrada cuyo transcurso se empapa en el continuo flujo de un río del que tenemos la posibilidad de nutrirnos. Línea que de inicio a fin, se pasa solo una vez por cada punto, y quebrada por la incertidumbre de cuál será el próximo punto. El río representa, junto con su flujo, el constante movimiento del mundo. En toda nuestra vida, solo habremos percibido la intersección entre el estado del río y el punto de la línea quebrada en que nos encontráramos en cada momento. Nuestra línea quebrada es en realidad la estela del movimiento de una gota del flujo turbulento de ese río, y solo conoceremos aquello que entrara en contacto con nuestra gota. El río estuvo ahí desde un principio, y nosotros somos tan solo una gota consciente de sí misma. Formamos parte de un todo que no nos pertenece. Solo yo soy mi propia y única posesión.
Aquellos a quienes amamos tampoco nos pertenecen. Difícilmente se considera el amor en nuestra sociedad, reduciendo la aplicabilidad de esta palabra al ámbito de la relación de pareja, por lo que fuera de ella no existiría. Se exalta el amor de pareja como única fuente de amor, y desgraciado es aquel que carece de ella. Así lo refleja la concepción popular del amor de la que derivan las películas románticas. Malinterpretamos el amor y nos alejamos de su sentido original. Buscamos un amor degenerado cuyo fin único es cubrir nuestras carencias, y en definitiva, nuestro vacío. Es un amor egoísta y dependiente, cuya motivación es aliviar nuestro dolor sirviendo de la pareja como un parche a quien no percibimos debido a nuestra ceguera. El amor degenerado, lejos de ser amor, es una herramienta que oculta la falta de autoestima a través de la creación un amor propio ficticio. Para sostener este amor propio ficticio, necesitamos sentirnos únicos y exclusivos para nuestra pareja. Parte de la falsa creencia de que solo se puede amar a una persona, y que si ama a alguien más es porque ese otro vale más que yo, y entonces no soy digno de su amor. De aquí surgen los celos y la desconfianza, y por ello, también una necesidad de control sobre la pareja para mitigar el sufrimiento que estos generan.
La baja autoestima es la sensación de falta de valor por la que consideramos que no somos dignos de ser amados. Un bebé no pone en duda su propio valor ni el de lo demás, las cosas simplemente son, y el hecho de ser es condición única para tener valor. Una persona con baja autoestima define su valor según otro criterio secundario que no puede controlar; ejemplos podrían ser la belleza, la popularidad, o la inteligencia. Valer por uno mismo permite amar sin caer en la dependencia del amor degenerado o falso amor.
Una amistad y una pareja se dan bajo el mismo tipo de amor, y solo se diferencian en la atracción sexual. El amor sucede en en diferentes grados de intensidad, de modo que es posible sentir mayor amor por una amistad que por una pareja dependiendo de la historia común. Tener pareja no sería una necesidad sino un agradable complemento; hay más fuentes donde cubrir nuestra necesidad de dar y recibir amor, como la amistad.
El amor emana de la libertad, es voluntario y no responde a ninguna deuda. Es por esto que la posesión de la persona amada no sería amor. Todo lo que entra en nuestra vida es transitorio como ella misma; es pura coincidencia sujeta a una duración desconocida. Hemos de ser conscientes de que las aguas del río que nos envuelve contienen oportunidades únicas de felicidad. Los traumas del pasado redujeron nuestra capacidad de nutrirnos de estas aguas. Hemos de ser conscientes de que todo pasa solo una vez, pues nunca se repetirán exactamente las mismas condiciones. Y que para todo hay un final cuyo momento de consumación es impredecible. Amistades que una vez fueron, tuvieron lo que inesperadamente fue su último encuentro. Este carácter de lo efímero y falta de control, rechaza más si cabe la posibilidad de posesión de algo más aparte de mí mismo.
La felicidad entonces residiría en nuestra capacidad de nutrirnos de las oportunidades amorosas que se manifiestan en nuestra vida, sin la intención de retener su imparable flujo. Se trata de disfrutar del aquí y ahora, en compañía de con quienes compartimos nuestro amor.
Y llega el final, se cierra el ciclo con la vuelta al origen e inversión del nacimiento, la muerte. Atrás quedo yo como lo que fue mi única pertenencia. Sin mí nada habrá sido porque ya no soy, sin consciencia no hay historia. Quizás no haya que confundir el sentido de la vida con el sentido de la existencia. La existencia parece ser inexplicable, mientras que el sentido de la vida es la razón por la que seguir viviendo, ¿no es eso suficiente?
