A mí lo de caer mal no es algo que me preocupe demasiado (a la vista está
). Peor es arrastrarse como una babosa para conseguir que la gente te aprecie y se porte bien contigo, es algo humillante y, pese a ello, hay mucha que lo práctica con tal de poder arrancar unas míseras palabras de aliento.
Las denominadas "redes sociales" a través de Internet son el paradigma de la estupidez, de cómo se logra eficazmente que un individuo se encuentre atrapado (no es casual lo de "red"...) en la ridiculez con el único propósito de aunarse a la colectividad. La inmensa mayoría de esas personas no las vas a ver en tu vida, ni siquiera llegarás a intercambiar unas palabras que cuanto menos te hagan reconocer su timbre de voz. Sin embargo, fascina a todo el mundo que empieza a intercambiar direcciones de correo electrónico o proporcionar datos de su página web personal, repito con el patético objetivo de demostrarse a uno mismo que su vida social es rica. En eso consiste este juego, crear una realidad, más o menos ficticia, donde el sujeto encuentre su reconocimiento en función del número de otros panolis que se insertan en su red. Nos tratan como pescados y encima nos parece de lo más divertido.
No es extraño que haya quien ante la posibilidad de que su castillo de naipes virtual se desmorone se sienta frustrado y considere que no tiene libertad para opinar porque si lo hace le pueden
borrar (¡ojalá fuera tan fácil!, ¡cuánta gente habría eliminado yo hace tiempo!
). Hay que entender que la libertad se pierde cuando se entra en estas memeces porque se delega parte de la misma al juicio de otros a los que se les da un poder increíble de determinar la valía o no de una persona con solamente pulsar una tecla o el ratón. Huelga escribir que hace años que no entro en el MSN y que me producen otros "instrumentos sociales" como el Facebook o Tuenti me producen un rechazo mayor que la halitosis
.