Todos estamos bien conscientes de los roles sociales que se nos adjudican por género, pues finalmente los vemos todos los días y dentro de ellos nos hemos desarrollado en mayor o menor medida. Los niños juegan a los soldados, las niñas a la casita. Los niños tienen carritos, las niñas tienen muñecas. Los niños tienen deportes competitivos como el futbol, las niñas tienen deportes como la danza o gimnasia. Es lo normal, ¿no?
Claro, hoy en día vivimos en mundo radicalmente diferente del que existía hace 30 años, de tal manera que muchos de los roles de género se han vuelto menos marcados o incluso algunos se han flexibilizado sin que por ello haya tanto problema. Pero el hecho es que aún hay trecho para recorrer para que haya una real igualdad, si es que siquiera es posible que tal cosa exista pues aunque el término “desigualdad” tenga una connotación negativa, la realidad es que en algunos contextos las diferencias no implican un desbalance y simplemente estamos acostumbrados a conceptualizarlo como un juego de suma cero.
Y bueno, si siempre han existido niñas que a pesar de todo se atrevían a jugar con carritos, y niños que jugaban con muñecas, en muchos casos sin que esto implique lo que los homofóbicos que están leyendo este párrafo están pensando, pues con mayor razón hoy en día te topas con situaciones no tan comunes que poco a poco se van haciendo menos infrecuentes.
Puedo decir que ya me ha tocado conocer a algún amo de casa cuya esposa trabaja, sin que esto implique que “la que lleva los pantalones en la relación” sea ella y el tipo sea un pelele. Las cosas cambian, pero requieren que ambas partes cambien su forma de pensar o va a haber bronca.
Alguna vez un amigo me comentó que él observaba que
había muchos problemas hoy en día entre los hombres y las mujeres porque, al menos en México, hay una generación que fue educada de manera desbalanceada. Nuestras mamás educaron a muchos de sus hijos para no ser como su papá, porque no querían que su futura esposa lidiara con un macho mexicano como les pasó a ellas, pero lamentablemente se les olvidó educar a sus hijas de la misma forma, de tal manera que ellas todavía quieren en muchos casos a ese macho mexicano como pareja, y perciben a los que se alejan de ese estereotipo como débiles, lo cual lleva a toda clase de problemas. No digo que esta observación sea la total realidad, pero creo que tiene cierto mérito.
Es un hecho que sólo necesito voltear a mi alrededor en cualquier parte para ver una cultura que es resultado de una curiosa mezcla entre lo antiguo y lo moderno. En el mismo contexto, con un puesto similar y un nivel equivalente de estudios,
mujeres que ganan lo mismo que yo, pero que en muchos casos viven en casa de sus papás de manera gratuita y sin aportar a los gastos familiares, aun así esperan que su novio les pague todo y las llene de regalos porque es una cortesía hacerlo. Aunque ellas gasten su sueldo en viajes, compras y demás, siguen esperando que un hombre en igualdad de condiciones esté ahorrando para ofrecerles casa, manutención y todo lo que antes se estilaba ofrecer, pero a cambio de una esposa que no va a ofrecer lo que las esposas de antes porque, comprensiblemente, la situación no es la misma.
Es decir, no me malinterpreten. No digo que las mujeres no deberían de trabajar y deberían ser amas de casa y dedicarse a atender a su marido y a sus hijos, o algo así de retrógrada.
Pero si creo que hay que tomar conciencia de que las cosas ya no son como antes, y si los roles de las mujeres cambiaron, el hecho es que también los roles de los hombres cambiaron y es absurdo pensar que el sexo masculino debe seguir operando como lo ha hecho tradicionalmente porque si no es así se le endilga algún epíteto poco viril de manera automática.
Claro, querer que como hombre tu novia te piche todo es pasarse de pistola, pero pues también es pasarse de pistola andar abanderándose como un individuo autosuficiente que no necesita a nadie a la par de que tienes un mecenas o patrocinador que te subsidia, sea este tu papá o tu pareja (aplica para los hombres y mujeres, claro).
Los que me conocen saben que me enoja en demasía cuando alguien llega haciendo escándalo bajo el paraguas del feminismo, pero que en realidad lo que quiere decir es que las mujeres son superiores a los hombres o merecen trato especial por ser mujeres, siempre que les convenga.
El feminismo real busca la igualdad entre los sexos y se llama así porque fue una corriente que se desarrolló en contraposición del machismo. Creer que reemplazar la idea errónea de que un género es por naturaleza superior con la idea igualmente errónea de que es el sexo opuesto el que es superior es una idiotez del tamaño de decir que los Nazis estaban equivocados porque la verdadera raza maestra es la Judía. Es como fundar un Ku Klux Klan opuesto cuya membresía se componga de pura gente negra y sea racista contra los bolillos sureños. No son matemáticas, pues. Dos negativos que se encaran no resultan en un positivo.
(Del machismo es ocioso hablar, pues está de más decirle a un Neanderthal obsoleto si estás hablando de lo obsoleto que es un hombre de Cro-Magnon).
Claro que va a haber diferencias entre los géneros. Pero diferente no significa peor o mejor, significa diferente y punto. En estas diferencias es que hay espacio para ser educado y caballeroso, así como para comportarse de manera digna de una dama, y eso hoy en día debe de incluir la idea de la colaboración muy de la mano del respeto. Para abusar de un cliché, las parejas deben aprender a ser un verdadero equipo en igualdad de condiciones, porque si nada más jala una rueda de la carreta, pues acaba dando vueltas y yendo a ningún lado. Es lo que exige el contexto actual.
Y no nada más en las parejas debe haber colaboración y respeto entre los géneros, sino en cualquier contexto que hombres y mujeres se vean obligados a interactuar. No es magia ni física abstracta, sino sentido común y cortesía.
¿Que ya no se estilan el sentido común y la cortesía? Pues sí, lamentablemente en la medida que queramos seguir viviendo en una sociedad de orangutanes ignorantes y groseros (de ambos sexos), así va a ser.