Personajes:
-Rigodón, el fiel mayordomo.
-Lady
Erszebeth Genoveva Rottenhaydn, la vampírica condesa de Villa Gatuccia.
-Sir
Oscar Roviello Panettiere, el vampírico conde de Villa Gatuccia (su parecido con Tom Cruise es mera casualidad).
Acto I (y único)
RIGODÓN: (Entra) ¿Mi señora? Su esposo ha vuelto del viaje.
LADY ERSZEBETH: Maldita la hora que le trajo de vuelta. ¿Viene solo?
SIR OSCAR: (Entra, con ropas ajadas y aspecto abatido) Vengo solo.
LADY ERSZEBETH: ¡Vaya! Hete aquí un bureo paradigmático de como ni siquiera la vida eterna pierde al hombre de su
ubi sunt particular: aquel que otrora en la mañana fue un gallardo gentilhombre, hoy al anochecer aparece astroso y desavenido…
SIR OSCAR: (Sirviéndose una copa de… ¿vino?) Lo melifluo que hay en tu voz se desvanece sepultado bajo esas palabras de vieja casquivana. Tú, sucintamente ladina, siempre repites la misma rapsodia*. Estuve a punto de caer en la trampa de un cazador, por si te interesa.
LADY ERSZEBETH: ¡Qué torpe!
SIR OSCAR: Si te envolviese la piel de un hombre sabrías que la vida de vampiro es mucho más difícil para los hijos de Adán.
LADY ERSZEBETH: Me conduela tu aspecto digno de la loquesca, cariño. Que no me decepcione también tu buen juicio... ¿Crees que es más fácil el vampirismo para la mujer?
SIR OSCAR: ¿Acaso cuando sales de caza te enfrentas a la suspicacia de los mortales? ¿Quién sospecharía de una frágil dama como la que aparentas ser? Para mí es distinto. Cada vez que una muchacha pubescente aparece desangrada los pueblerinos vuelven su mirada hacia mí, el hombre extranjero que mejor se ajusta a los rumores y las descripciones de los cuentos.
LADY ERSZEBETH: Conténtate pues con la sangre de mujeres maduras, goloso pisaverde. A nosotras jamás se nos toma en serio. Cuando intentas morder a un hombre siempre opone resistencia, convencido a priori de su superioridad física. El periplo de buscar a uno que no atufe a sudor o que no enturbie el sabor de su sangre con alcohol es todo un dolor de colmillos.
SIR OSCAR: A mis víctimas siempre he de apartarlas de toda una cohorte de hombres celosos: padres, pretendientes y maridos desconfiados que no les quitan el ojo de encima. Siempre hay algún listillo que se trae unas cuantas hostias consagradas para arrojármelas.
LADY ERSZEBETH: ¿Y eso son problemas? En retos semejantes reside precisamente la diversión. Mis cacerías son tan aburridas comparadas con lo que describes... Pero claro, un cenizo sin coraje como tú siempre encontrará la forma de agriar el mundo de posibilidades eviternas que le ha sido concedido, ¿no es cierto? Si hiciese un guiso con tu corazón y lo dejase en una pocilga los cerdos mirarían con desdén tan exiguo alimento.
SIR OSCAR: (Temblando y derramando... vino) ¡Te atreves a burlarte, furcia de lengua viperina! ¡Mi decadencia es la impronta de tu trato mefistofélico!
LADY ERSZEBETH: ¡Pues tropieza y cáete al báratro! ¡Aborrezco tu compañía!... ¡Y el vampirismo es más difícil para las mujeres!
SIR OSCAR: ... ¡¡Que lo es más para los hombres!!
RIGODÓN: (Suspirando) El vampirismo es más difícil para Rigodón.
(Cierre del telón)
*Nota aclaratoria: Los vampiros utilizan un lenguaje así de pomposo todo el rato. Siempre. Indefectiblemente.
...
¡Lo que hace el aburrimiento!
Las luchas de géneros son grasiosas