Una pequeña matización. No es especialmente relevante que hoy precisamente me sintiera así, o anteayer, o hace tres semanas
. Sólo quise hacer hincapié en que el estado descrito aparece de manera espontánea muy, muy, muy eventualmente. Pero el caso es que aparece, y lo curioso es que no se asemeja al sentimiento de alegría y satisfacción que suele estar asociado al logro o subyugado únicamente a las circunstancias externas.
Cita:
Iniciado por espiritulibre
Te entiendo perfectamente, la felicidad está en nuestro interior y no depende de los acontecimientos que nos rodean a no ser que nosotros hagamos que dependa de eso.
Un par de veces por medio de una especie de meditación ( más bien autosugestión) he conseguido llegar a un estado de felicidad tal que no había experimentado en la vida. La química, las hormonas, de eso depende nuestra felicidad ni más ni menos.
|
Obviamente nuestra química cerebral tiene mucho que ver en la manera en cómo nos sentimos. A su vez, nuestros sistemas de creencias y sesgos cognitivos con los que percibimos de forma subjetiva aquello que llamamos “realidad”, influyen directamente en nuestras fluctuaciones de endorfinas y neurotransmisores.
Pese a todo ésto -y ya que sacas a colación las prácticas meditativas-, al estado de felicidad al que aludo le añadiría una componente espiritual que rehúso a pensar que obedezca sólo a la “química cerebral”. Eso sí, aclaro que no estoy hablando de nada que tenga que ver con las religiones, que ya nos conocemos
.
Cita:
Iniciado por aintzane
Para mí la fecilidad es ese estado de serenidad, paz y libertad interior salpicado por momentos de euforia o exaltación puntuales.
Este estado más o menos permanente del ser está restringido a unos pocos afortunados, libres de condicionamientos, con no demasiada preponderancia del ego y por qué no decirlo, sin enfermedades mentales.
|
Has aportado una idea que me parece digna de reseña, "la libertad de condicionamientos". Esta es una de las claves, por eso dije que no recordaba casi haber tenidos esa sensación desde que soy adulto, de hecho, creo que en la infancia las tenía con mucha más frecuencia. Y es precisamente porque cuando crecemos nos vamos rodeando de prejuicios con respecto a todo, nos volvemos alérgicos a la abstracción, necesitamos tenerlo todo definido y controlado.
La felicidad no es una excepción a todo ésto que te cuento. Quizá nos observamos demasiado, cuando llegan los bajones emocionales nos volvemos intransigentes con nosotros mismo, damos por supuesto que ésa no es ni mucho menos la manera en que "deberíamos" sentirnos. Que se sepa, no hay ningún parámetro que nos defina cuál es la manera correcta en que "debería" sentirse un ser humano si discriminamos sus circunstancias por lo que dejar fluir libremente nuestros estados emocionales sin oposición sería la mejor manera de atenuarlos cuando no son especialmente favorables para nuestro bienestar.