Había acabado la carrera con buenas notas y me encontraba buscando trabajo. Superaba las pruebas técnicas, pero no las entrevistas –supongo que se darían cuenta de que no tengo don de gentes por lo que no atraería a muchos clientes. En fin, que estaba hasta las narices de que compañeros míos, peor preparados que yo, consiguieran trabajo y yo no. Me lo tomaba de manera personal.
En mi entorno (familia, vecinos, amigos…) la imagen que tenían de mí era la del buenazo que hace favores a todos pero que nunca llegará a nada porque no tiene “huevos”, por eso no se declara a una tía, no le dice al catedrático si tiene una oportunidad en el departamento, etc. Ya me entendéis, una persona muy pasiva y nada asertiva.
Pues me fui con unos compañeros de clase de vacaciones a varios países de centroeuropa. El segundo día que estuvimos Holanda comencé a tener un dolor de muelas terrible y me quedé en mi habitación mientras los demás salieron a visitar la ciudad, tomarse unas cervezas, etc. El dolor se hizo más fuerte así que me vestí para ir a una farmacia a comprar aspirinas o algo por el estilo. Al salir, observé que en la terraza del hotel estaban 3 compañeros de clase tomándose algo. Me acerqué a saludar cuando oí que estaban hablando de mí. Uno estaba contando cómo se había aprovechado de mí y los otros se estaban riendo.
No podía aguantarlo más, volví a mi habitación y estuve a punto de estallar. Después pensé que lo mejor sería perderme y empezar de nuevo donde nadie tuviera ese concepto de mí y poder comenzar de nuevo sin que los demás tuvieran prejuicios hacia mí.
Al día siguiente sin decírselo a nadie me fui a Italia. No conocía el idioma, no sabía cómo conseguir trabajo ni de qué trabajar. Estuve un total de 3 días comiendo chucherías (llevaba poco dinero) y durmiendo en un jardín.
Lo siguiente fue llamar a mis padres y decirles que me había equivocado de avión y que había acabado en Italia.
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