No puedo aconsejarte nada, solo pondré mi experiencia en este hilo.
Sí, dejé los estudios, estaba estudiando Ingeniería Civil Informática en la UdeC, estaba orgulloso de estudiar ahí, el ambiente era genial y la carrera me encantaba. El problema era que estaba más concentrado en lo que pasaba lejos de casa, con mis padres (tenía miedo de que un día el infeliz tratara de matar a mi madre y yo lejos y sin poder hacer nada), que de los estudios propiamente dichos, lo que hizo que inicialmente bajara mi rendimiento, ya que no estudiaba a gusto, a menudo hacía pausas para jugar videojuegos, ver anime, salir a dar vueltas sin sentido por la ciudad con los audífonos a todo volúmen, quedarme en el campus simplemente mirando a los otros estudiantes, etcétera... y nunca podía relajarme y pensar en estudiar.
Luego... llegó la depre. No podía levantarme de la cama, me quedaba días y noches enteras solo mirando el techo, no sé cuánto tiempo pasó, pero vivía como un autómata, me levantaba solo si se daba una necesidad biológica, como ganas de comer o de ir al baño, y claro, el trabajo de fin de semana, que de algún modo juzgué que sería la única forma de continuar con esa vida (-des-afortunadamente tenía el turno nocturno de conserjería en un edificio de ancianos, nadie me prestaba atención así que nadie parecía darse cuenta de mi deterioro, y si lo hacían no intervinieron), y cuando me dí cuenta ya habían pasado un par de meses. Fuí al psiquiatra, me recetó pastillas que empeoraron mi situación, me encerré más y más, no me importaba nada, dejé de comer y de dormir, jugaba videojuegos todo el día y toda la noche, ya no me importaba la carrera, ni mi futuro, solo pensaba en morir... en que la muerte sería algo maravilloso, porque mi mente ya no estaría tan confundida. Pensé en matarme varias veces, pero nunca concreté un solo intento.
El punto es que al final, como ya era previsible, perdí la carrera, por razones obvias (y de hecho no fue por tanto, es decir, pese a ese encierro no me fue tan mal, sabía cuándo dar los certámenes y me iba mejor de lo que había previsto pese a que llegó el momento en el que no estudiaba casi nada, echaba una ojeada al material y luego pensaba en otra cosa), y el día que me enteré empecé a fumar, y me gasté casi todo el dinero que me quedaba en alcohol y cigarrillos. Me intoxiqué con vodka y ron (compré varias botellas y me embutí casi todass de corrido esa tarde, imagino que fue el único intento de suicidio que logré concretar, aunque sin éxito, otra vez), y no tengo idea cuánto tiempo pasó desde entonces, pero un día desperté con mucha hambre, pero sintiéndome muy mal, del estómago y de la cabeza (encima de niño perdí la capacidad de vomitar, así que no podía botar nada, lo bueno es que no estaba todo el suelo vomitado), y las botellas estaban vacías. Llegó el dueño de la casa (que vivía en otro sitio) a preguntar qué me había pasado que nadie me había visto en casi una semana, mi hermana trataba de contactarme y no podía, temía que yo hubiera muerto, así que el viejo fue a verme. Le conté lo sucedido, aunque oculté los detalles más feos. Vale, solo le dije que había perdido la carrera y me sentía mal por ello, pero que seguiría trabajando y pagándole el dinero del arriendo como siempre.
Creo que de haber tenido amigos en ese mundillo (y hay varios metidos) ya hubiera caído de lleno en las drogas ilegales, supongo que ser un aislado social tiene sus ventajas... aunque sé de varias drogas que podía conseguir, lo intenté pero no me gustaron, y aunque solo fuera por el deseo de autodestrucción simplemente no me gustaba hacerlo, así que no lo hacía. Otras como la coca, la pasta base, heroína y tal, no estaban a mi alcance, la yerba la fumé un par de veces, esa sí me hubiera calado, me gusta la yerba, pero sin contactos no podía conseguirla, al menos la que sí era yerba y no mierda.
Luego pasó un problema gordo en la familia (no relacionado con el estrepitoso fracaso de mi carrera), dejé el trabajo de conserjería, tomé otro empleo, lo dejé por estrés, estuve un tiempo sin trabajo, sin nada qué comer, y en problemas de diversa índole, en fin, mi vida se convirtió más y más en un desastre, y luego llegué a volver a este pútrido agujero de mierda llamado Linares. Acá estoy, tratando de reordenar mi cabeza, y ver si puedo convencerme de que ahora que el infeliz está a cientos de kilómetros de mi madre ya no la volverá a molestar el hijoputa, ver si puedo reordenar mi mente, reencantarme con los estudios (antes de eso amaba estudiar), reordenar mi vida y ver si puedo salir del pozo infecto en el que estoy, tal vez pueda volver a la universidad y tal.
Bueno, esa es mi historia. Sé que no se puede sacar mucho en limpio, pero puede ayudarte en plan "lo que NO debes hacer", imagino. Además no es eso a lo que apunta tu problema, tú trabajas mucho, te sobrecargas y acabas cargando el peso de otros, encima tienes que viajar un largo trecho... ¿Qué haría el yo de antes, el no-fracasado? Veamos...
creo que lo dejaría para luego, me dedicaría al carnet de conducir y tal, o a otras actividades, y luego cuando haya cupos me inscribiría en un centro cerca de mi casa, para evitar todo el trecho. Lo de los trabajos... ahí no sé, depende de la personalidad de cada uno, yo tenía el mismo problema en el colegio, solo que los trabajos eran de 4 ó 5, a veces uno que otro me ayudaba, pero solo para cumplir, y la mayoría de las veces lo hacía todo yo solo, excepto la disertación. En una ocasión le dijeron al profesor que el trabajo lo habían hecho todo ellos y que yo no había hecho nada, ni me había presentado en la biblioteca, y lo cierto era que ellos sí iban, pero yo hacía todo el trabajo y ellos hablaban trivialidades (o las gritaban), me tiraban papeles como hacían casi todos en mi clase, y eso, así que afortunadamente el profesor no les creyó, aunque la clase parecía convencida. Supongo que esa clase de cosas despertaron mi odio a la humanidad, el ver a tanta gente de acuerdo contra mí, me hizo pensar en que no me importaba si todos era iguales o no, pero lo parecían, y eso era suficiente, y los odiaba. Me resignaba a hacer los trabajos solo, ya que no podía hacer otra cosa, mis compañeros no le daban importancia a las malas calificaciones, y yo sí, así que sabían que tenía que hacer el trabajo. Odiaba ser el maldito esclavo. No sé qué aconsejarte en ese sentido.