Hah, no me acordaba de qué filia era la carpeta de condesa. Qué poca fe, eso que se nota mi minuciosidad al cerrar otras pestañas que tenía abiertas para que se llegue a ver la Z.
Pero qué locos los caminos que toma mi mente a veces, porque anoche mientras me estaba yendo a dormir, se me ocurre que por ahí lo que este muchacho quiso decir fue que qué ridículo tu señalar la equivalencia de dos sinónimos, y me quedé petrificado por un segundo, el corazón gélido por la posibilidad de haber sumado una especie de risa de apoyo accidentalmente en el sentido contrario. Y entonces me quedo preguntándome cómo no lo vi (me pasan bastante a menudo estas cosas), cómo es que descarté de entrada e inconscientemente esa posibilidad ahora tan evidente. "Es que sos un poco lento", me dice la vocecita mala, y me trae al recuerdo
la escena esa de Homero (la vocecita tiene cierto empeño en identificarme con Homero). Pero mientras hundo mi frente entre mis manos -mis dedos como garras en vano y terco intento por perforar el cuero cabelludo-, lo veo: Lo dí por descontado a causa de fallar en abandonar mi perspectiva personal sesgada por un suscribir en lo por vos señalado, es decir, mi falencia estuvo en mi inhabilidad para adoptar la perspectiva del muchacho (lo cual, sospecho, es halagüeño para conmigo) y captar así la verdadera intencionalidad de su comentario. "Lo obvio", siempre "lo obvio" que se enquista y se evade. Y tan sujeto a temporalidades, a lo histórico. Porque cuando se tiene una edad, es parte de "lo obvio" que, ante un compañerito que nos critica por decir imbecilidades, nosotros retruquemos con: "Tu mamá" o "mirá la cara que tenés", y no argumentando un incorrecto entendimiento de la palabra imbecilidad.
O sea, ¿me explico? Yo creía que... pero...
aish.
Igual tampoco es que le hiciera falta ningún apoyo a la chica, eso sobra decirlo. Lo importante es que logré convencerme (siempre termino ganando) de que
a lo sumo parezco pero no soy. Y que mostré mi pestaña.