Hay que echarle valor a la vida. Tener morro. Ser maleducado.
Mi mejor amigo (y casi diría que mi único amigo) tiene cancer. Hace dos meses estaba sano, trabajando fuera de España, viajando, buscando su primer ligue, conociendo gente de todo el mundo.
Hoy es un chaval de 26 años, en silla de ruedas, calvo, y esperando una operación bastante intensa.
La vida te cambia en un segundo y es terriblemente frágil. ¿De qué nos sirve estar acojonados todos los días? ¿De qué nos sirve tener miedo? No atrevernos a vivir como queremos. A enfrentarnos a lo que nos asusta, a disfrutar, a ser irreverentes. ¿Qué más da equivocarse? ¿Qué más da no gustarle a alguien? Al mundo entero. ¿Qué más da? Si puede que mañana descubras que no vas a seguir viviendo.
Así que hay que echarle valor. Vivir intensamente, como si no hubiera un mañana.
Al miedo que le den por culo. A la ansiedad que se la follen. Hay que salir a la calle. Amar, jugar, correr, pasear, bailar, estudiar, lo que sea. Pero no vivir acongojado.