La vida de una "celebrity del descarte" como yo es muy dura. Todos los días contemplo, como imagino que vosotros haréis también, cómo las mujeres están obsesionadas de una forma tal con la belleza que es muy difícil que personas como yo (asimétrico a tope y de naturaleza más bien
fotopática) puedan salir indemnes de sus juicios estético-morales.
Estoy cansado de los comentarios que se realizan en torno a los carritos de los niños. "¡Qué mono es!" "¡Es tan guapo como su padre!" "¡Es de bueno!" "¡Que carita tiene!" Las variantes pueden ser infinitas pero en todas se mezclan y confunden adjetivos calificativos como "bueno" y "guapo" en la misma persona.
Y la línea en muchas de las madres y comentaristas anexas suele ir de la apología de la belleza a la admiración moral, pero nunca al revés. Si el niño es bueno o tranquilo se podrá llegar o no al "tiene unos ojos preciosos" o "que carita más dulce". Sin embargo, cuando partimos de la calificación física al uso generalmente terminaremos añadiendo sutiles comentarios de alabanza ante su bondad innata, la cual no sabemos si es real o resultado del efecto
halo.
No es casualidad que los ángeles sean bellos y armoniosos y los demonios sean deformes y estén antinaturalmente contrahechos. Es todo un fenómeno muy conocido y al que no es fácil sustraerse.
Soy víctima del "
Devil effect", el cual es descrito en la Wikipedia de esta manera:
" Es el efecto halo invertido en las personas, marcas y otras cosas, se considera que tienen un rasgo indeseable, posteriormente se consideró que tienen muchos puntos débiles, lo que genera que un rasgo negativo influencie la percepción de otras personas, marcas o cosas en general."
Por tanto, haga lo que haga y diga lo que diga, mis toques de humor, algunas observaciones medio inteligentes o un trabajo bien hecho, todo cae por el retrete puesto que "¿veis que tio más feo? Me da grima". Y la gente que repugna ni es buena ni de ella puede partir nada loable, puesto que lo contrario implicaría que nuestras interpretaciones son erróneas.
La valoración "al vuelo" de las personas es muy importante en nuestras vidas. Los prejuicios, las generalizaciones y los comentarios a la ligera y sin contrastar son la "ley de la calle" y admitir que éstos nos pueden estar fallando, que existen morados, lilas y fucsias cuando no vemos más que blancos y negros, no es tolerable.
Por tanto, si tal hombre viste desaliñado (igual no tiene dinero para comprarse ropa porque está alimentando a su familia) será un delincuente. Si tal joven tiene una mirada torva (pudo tener un mal día) será un psicópata. Si aquella mujer viene vestida "para matar" (le gusta que la admiren) querrá tomate. Y si ese señor es feo (nació así, bastante tiene con lo que tiene), estará resentido, vivirá solo, será un marginado, tendrá problemas y no nos interesa su amistad.
Como no soy un Adonis ni hay perspectivas de que lo sea algún día, mira tú que fracaso el de mi hipotética mujer cuando tenga que recibir la lotería genética de un gualdrapas como yo. No podrá fardar delante de sus amigas y familia extensa de su pequeño "nazito" de ojos rubios y pelo azul... ¡ah no, que era al revés!
Pues mira, hija, júntate conmigo, casémonos y cuando venga un sueco de vacaciones yo miraré a otro lado, tendremos a nuestro "nazito" de raza aria para que puedas lucirlo con tus compis y los compares como si fuesen cromos para que luego os deis cuenta de que salen todos iguales porque sólo existe un tipo muy concreto de hombre que os atrae, que realmente no hay mucha diversidad de gustos, que eso de que "para cada roto hay un descosido" es la mayor falacia del reino. Que yo no estoy roto, tan sólo soy distinto. Ni soy deportista, ni tengo hombros de cargador portuario, ni soy un clon de Cristiano Romualdo ni del artista de turno. He dicho...