Presiones. Qué malo soy tolerándolas, qué bajo es mi umbral. Creo que no andaría muy errado si atribuyera todas mis mejorías a nivel personal al progresivo cese de mis presiones auto-impuestas. Mi mente no encuentra mayor entretenimiento que el diagramar todo lo que hoy debería ser corregido y perfeccionado de cara al futuro. ¡Hay tanto por hacer, y es tan fácil vislumbrar con todo detalle los pasos a seguir para el éxito seguro! Ah, lástima que el cálculo certero y realista de las fuerzas que serán necesarias nunca fue mi fuerte...
Disfrutar de las cosas es el mayor desafío para una mente aquejada por semejante patología. Si todo es presión constante, uno no terminará más que huyendo del peso aplastante tarde o temprano. Por eso procrastino: salto de cabeza a aquello que me entretiene, hacia lo que es capaz de absorber mi atención por sagrados minutos en los que soy genuinamente libre. O casi, porque debería arrojarme del todo a la inconsciencia para olvidar que estoy evadiéndome, y no llegué a lograr tal cosa (afortunadamente). Más bien al contrario, estoy entendiendo al fin que escapar de las presiones no solo no soluciona nada, sino que es peligroso y completamente inapropiado al momento de cargar con responsabilidades ante uno mismo y otros, trayendo todo tipo de desgracias que atentan contra la ansiada paz mental y satisfacción personal.
Pero hacer una cosa cuando se desearía estar haciendo otra es la fórmula del desastre. ¿Quién soporta semejante tortura, semejante esclavitud tan obscenamente explícita? Siempre me pareció curioso cómo resuelven este conflicto los trabajadores "felices". ¿Es simple resignación?, porque me es difícil pensar en que sea tan sencillo engañarse a uno mismo para creer que gustan todas las actividades laborales, sobretodo en niveles socioeconómicos medios y bajos. Y, de todas formas ¿cómo se sobrevive en un estado de continua resignación? ¿No se traduciría eso en un estado de infelicidad crónico? (¿esta es la "alienación" de Marx?). Imagino que en vez de resignación, la respuesta pasaría por la "aceptación". ¿Pero no debe engañarse uno a sí mismo primero, para lograr aceptar después que no puede hacer de su vida lo que quiere, es decir, que
no es libre? Aceptar y conformarse, quizá recurriendo a la comparación negativa con otros que ni siquiera tienen trabajo, o cuyo trabajo es peor remunerado o más desagradable, o peligroso.
Eso tiene, hay que decirlo, muchísimo sentido. La realidad es la que es, y según ella, el habitante medio del mundo debe generar valor material para intercambiarlo por lo que necesita para su propia supervivencia (y la de sus hijos, si los tiene). ¿No corresponderá a una mente inmadura la sola percepción de "esclavitud" en ello?, ¿no será un indicativo de que no se ha comprendido totalmente la realidad con todo su peso y crudeza, y que, en cambio, se sigue perdido en mundos de ingenua fantasía? ¿Dónde está el provecho de lamentarse porque las cosas no sean como en un delirio? Bonito sería poder crear cualquier objeto material sólo a través de la representación mental... ¡Qué lástima que aquellas zapatillas cuesten dinero!
Quizá ser un "trabajador feliz" no sea otra cosa que una humilde muestra de sabiduría y madurez mental, al menos en algunos casos. Ante la necesidad de hacer algo, conviene adoptar una predisposición feliz hacia la acción, con la cual se descubrirán añadidos beneficios tales como la gratificación por el deber cumplido y el aprendizaje del valor del esfuerzo. Desde que se vislumbra la realidad de que el trabajo es necesario para la subsistencia en cualquier contexto social y cultural (ya sea recoger bayas y cazar animales en una tribu prehistórica, armar ventiladores en una fábrica de electrodomésticos o curar personas en un hospital) y aún en la ausencia total de sociedad (buscarse la propia comida en un entorno natural es todo un trabajo, añadiendo las necesidades de cobijo y prácticamente cualquier otra cosa que se pretenda obtener, que tendrá que concretarse únicamente mediante el propio esfuerzo), se debe estimar como errores aquellos casos de personas que no necesitan de trabajar para subsistir, o incluso darse lujos. Ser "millonario" no debe en ninguna forma entenderse como "el éxito", sino al contrario: como un enorme error de nuestra sociedad (imagino que estoy sonando bastante comunista justo ahora xD). De igual manera e íntimamente ligado a ello, es un error muy lamentable la existencia de gente que debe trabajar en condiciones pésimas por pagas igual de malas, o peor todavía: aquellas personas que ni siquiera tienen la opción de trabajar para salir de la miseria material.
Todo esto para concluir en que debería ser más un "trabajador feliz" que un inconformista inmaduro
. ¿De qué empecé hablando? Bueh, no importa.