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Antiguo 30-jun-2013  

No me di el tiempo de leer todo el hilo, así que perdón si esta repetida:

"El lobo estepario vaga solitario, huyendo de la manada buscando su libertad. Su humildad y coraje le convertirán en referente para otro lobos. Pero no os llevéis a engaño, él no es un líder de masas, no es un sucio político, ávido de poder. No formará manadas, ese sería el fin de su libertad. Todos libres creando un mundo mejor. Libres, solitarios, pero siempre hermanos."

El lobo estepario de Hermann Hesse

Uno de los mejores libros que he leido, me marco mucho y me senti muy identificado con Harry Haller, la lucha entre esa persona humanitaria que quiere socializar, y ese lobo misántropo, salvaje y solitario. Leí ese libro para tratar de comprender mejor mi vida (me lo recomendó una profesora que estimo mucho), sin embargo, debido al final del libro, quede con mas dudas y mas desesperanzado, aun así no me arrepiento de haberlo leído.
 
Antiguo 03-jul-2013  

"Pies, para que los quiero si tengo alas para volar" - Frida Kahlo
 
Antiguo 04-jul-2013  

Todo lo de H. P. Lovecraft es genial; sobre todo este parrafo:

Sabiamente
dijo Ibn Shacabad: bendita la tumba donde
ningún hechicero ha sido enterrado y felices las
noches de los pueblos donde han acabado con ellos
y los han reducido a cenizas. Pues de antiguo se dice
que el espíritu que se ha vendido al demonio no se
apresura a abandonar la envoltura de la carne, sino
que ceba e instruye al mismo gusano que roe, hasta
que de la corrupción brota una vida espantosa, y las
criaturas que se alimentan de la carroña de la tierra
aumentan solapadamente para hostigarla, y se hacen
monstruosas para infestarla. Excavadas son, secretamente, inmensas galerías donde debían bastar los
poros de la tierra, y han aprendido a caminar unas
criaturas que sólo deberían arrastrarse.
 
Antiguo 06-jul-2013  

"¿Nunca has visto a la muerte? Mírate en el espejo todos los días y la verás trabajando como abejas en una colmena de cristal". Jean Cocteau.
 
Antiguo 09-jul-2013  

"La joven dama solitaria no había dicho una palabra más. Se había puesto en pie con los demás y se había retirado en silencio a un rincón alejado de la gran sala, donde se había sentado en un sofá, junto a la ventana, como si contemplara el reflejo plateado del agua que temblaba en la celosía. Se había alejado de toda la sala, como si la soledad fuera producto de una decisión altiva. Sin embargo, habría sido tan difícil como en otras ocasiones afirmar que era ella quien evitaba a los demás o justo lo contrario.
La sombra en la que se encontraba, y que le caía como un velo sombrío sobre la frente, encajaba perfectamente con su tipo de belleza. Era arduo contemplar aquel rostro, inmóvil y desdeñoso, enmarcado por unas cejas oscuras y arqueadas, y los pliegues del cabello oscuro sin preguntarse cómo sería su expresión si cambiara. Parecía prácticamente imposible que se suavizara o dulcificara; la mayoría de los observadores, por el contrario, darían por hecho que, de producirse algún cambio, éste podría derivar hacia un gesto de enfado o desafío. En aquel momento, su rostro carecía de una expresión elaborada; si bien no tenía un gesto franco, tampoco manifestaba fingimiento alguno. «Soy reservada e independiente; tanto me da vuestra opinión; no me interesáis, no me importáis, y os oigo y os veo con indiferencia», decía con toda claridad. Lo decían los ojos orgullosos, las ventanas de la nariz abiertas, la boca hermosa pero de labios apretados, incluso crueles. Y, aunque dos de las mencionadas vías de expresión hubieran estado ocultas, la tercera habría continuado impasible. Y, si se hubieran velado las tres, habría bastado un movimiento de la cabeza para revelar un carácter indómito."

La pequeña Dorrit
 
Antiguo 09-jul-2013  

Equilibrio del mundo

La simetría aparente de las alegrías y de las penas, no emana en absoluto de su distribución equitativa: es debida a la injusticia que golpea a ciertos individuos y los obliga así a compensar con su aplastamiento la despreocupación de los otros. Sufrir las consecuencias de sus actos o ser preservado de ellas, tal es la suerte de los hombres. Esta discriminación se efectúa sin ningún criterio: es una fatalidad, un reparto absurdo, una selección caprichosa. Nadie puede escapar de la condena a la felicidad o a la desdicha, ni escapar de la sentencia nativa del tribunal funambulesco cuya decisión se extiende entre el espermatozoide y la tumba.

Los hay que pagan todas sus alegrías, que expían todos sus placeres, que tienen que rendir cuentas de todos sus olvidos: no serán jamás deudores de un solo instante de felicidad. Mil amarguras han coronado para ellos un estremecimiento de placer como si no tuvieran derecho a las dulzuras admitidas, como si sus abandonos pusieran en peligro el equilibrio bestial del mundo... ¿Fueron felices en medio de un paisaje?, lo lamentarán en inminentes pesares; ¿estuvieron orgullosos de sus proyectos y de sus sueños?, se despertarán pronto, como de una utopía, corregidos por sufrimientos demasiado positivos.

Así hay sacrificados que pagan la inconsciencia de los otros, que expían no solamente su propia felicidad, sino también la de desconocidos. El equilibrio se restablece de esta manera; la proporción de las alegrías y de las penas se hace armoniosa. Si un oscuro destino universal ha decretado que tú pertenecerás al grupo de las víctimas, marcharás a lo largo de tus días pisoteando la pizca de paraíso que escondías dentro de ti, y el poco ímpetu que apuntaba en tus miradas y en tus sueños se emporcará ante la impureza del tiempo, de la materia y de los hombres. Como pedestal tendrás un muladar y como tribuna unos pertrechos de tortura. No serás digno más que de una gloria leprosa y de una corona de baba. ¿Intentar avanzar junto a esos a quienes todo es debido, para quien todos los caminos son libres? Pero el polvo y la misma ceniza se erguirán para atajarte los escapes del tiempo y las salidas del sueño. Sea cual fuere la dirección en que te encamines, tus pasos se enlodarán, tus voces no clamarán más que los himnos del fango y, sobre tu cabeza inclinada hacia el corazón, donde sólo habita la piedad por ti mismo, pasará apenas el hálito de los bienaventurados, juguetes benditos de una ironía sin nombre; y tan poco culpables como tú mismo.

E.M CIoran

(..)
 
Antiguo 09-jul-2013  

Algunas míticas de Sheldon Cooper

-No estoy loco, me hicieron pruebas
-Soy muy listo, ¿no crees que si estuviera equivocado lo sabría?
-Tu la invitaste a comer hace 4 años.. todo lo relacionado con ella es culpa tuya

 
Antiguo 10-jul-2013  


« Santa Carroña de Bogotá

Estamos en el año 2021. Bogotá se llama Santa Carroña de Bogotá. Es un jueves 8 de diciembre. Es el día de la Virgen radioactiva. Por todos lados se ven madres y niños con farolitos. Es el día de los coheticos. Un sol pálido disipa sus rayos ultravioletas sobre el pavimento púrpura. Nos encontramos cerca de la entrada de la Estación del metro de Cerditos, marcada con un gran número “140” en neón amarillo y rojo. La gente camina, en silencio. Solamente se oye cómo arrastran sus zapatos de goma sintética sobre el piso de caucho. Sus rostros van cubiertos de máscaras y solo se ven esos ojos que miran hacia adelante, esos ojos que van a abordar el metro hacia otras estaciones como las de Unicentro, la de Bulevar, la de la 72. Sus manos están plastificadas. Su andar es lento. En el interior de la estación de Cedritos los policías de los CAI radioactivos requisan a los pasajeros. Los desquiciados son puestos a la derecha, los esquizoides en el centro y los pervertidos a la izquierda. Hacen tres filas y los policías los van marcando con tarjetas de plástico que les imprimen a un lado de la oreja. Por toda Santa Carroña de Bogotá se ve mucha gente que lleva colecciones enteras de tarjetas colgando de sus orejas.

Los policías llevan pistolas láser con rayos de 678 watts de potencia. Sus rostros van cubiertos por una especie de nube invisible y sus placas brillan con sus nombres. En la Estación de Cerditos, conocida como “La 140”, todo es 140. Las pizzerías tienen 140 especialidades entre las que se destacan la pizza ultrahawaiana, la pizza con peperoni y desperdicios nucleares, la pizza de todas las carnes humanas, la pizza de pollo decapitado. En estas pizzerías la gente habla de cosas normales, diríamos. Del índice de polución en las escuelas, del último helado de vainilla púrpura, de la última enfermedad que desvanece a la gente. Parece que se llama Síndrome de Inmunoidentidad Adquirida. Se contrae al parecer por contacto visual y lo que aún es más grave por contacto verbal. Por eso nadie en Santa Carroña de Bogotá se habla, ni se mira a los ojos. Cada uno anda en su cuento. Todos comen mirando hacia su plato, en los bancos los clientes y los cajeros se comunican por impulsos electrónicos y en los metros todos leen los diarios o miran eternamente las paredes pintadas por los ñeros, que son los únicos que viven allí adentro, en las entrañas de las líneas del metro. De noche se les puede ver durmiendo cerca de los rieles. De noche sus voces suenan como una cadena arrastrándose sobre las chispas eléctricas de los rieles.

Índices recientes dicen que ya no dan abasto con tantos enfermos del Síndrome de Inmunoidentidad Adquirida. Están postrados en camas blancas, pero en realidad son neveras repletas de hielo azul. Los enfermos de ese síndrome se meten allí, se acuestan, cierran los ojos, sueñan con playas de caracoles rojos, sueñan con mares de sangre que devastan ciudades enteras, sueñan con torres eléctricas que crecen hasta la luna, cierran los puños, cierran los párpados eléctricos y ven enormes peces negros que surcan los cielos de su nevera perfectamente inmaculada. No les falta la música. Generalmente pasan varios días o semanas o años. Eso es lo de menos. El Inseguro Social paga todo.»

La Prensa, Bogotá, 24 de noviembre de 1991, pp. 20 y 21

**

« Bogotá es un acuario de peces tristes

Cuando llueve, Bogotá se convierte en la ciudad más triste del mundo. La escena se repite una y otra vez. De pronto estás en la calle y miras hacia el cielo y ves allí en las nubes un grupo de aves que se escabulle. Entonces empieza a llover y a tu nariz llega el olor pesado de la lluvia bogotana. Es un olor mezclado con whisky, un olor mezclado con perfume de mujer y gasolina, un olor incierto que se apodera de tus pulmones, de tu garganta, de tus alvéolos, y te invade, te asalta, te jode,te pone down, triste, maluco. No hay nada qué hacer. A lo mejor te va a coger una de esas gripas tenaces que suelen dar en Bogotá. Una gripa maluquita con muchos moquitos, con muchas lagrimitas. Una gripa pendeja y estúpida…»

La Prensa, Bogotá, 14 de noviembre de 1993, p. 26



PD. «Hay ciudades que tienen el signo del infierno. Una de ellas es París. Camus decía que París era como una gran p uta que primero daba un beso y después escupía encima. Bogotá también es una ciudad infernal. Cuando digo que es un infierno no digo que sea malo vivir aquí. Todo lo contrario, Bogotá ofrece la contradicción en su más primitiva esencia.»

PD2. «Lo que le sucede al personaje de Albert Camus, en El extranjero , le puede suceder a cualquiera. Ser extranjero no es simplemente estar en un país extraño. Ser extranjero es una condición mental propia de algunos habitantes de las grandes ciudades. Yo soy un extranjero en mi propio país. La guabina no me comunica nada. La arepa tampoco. Pero tampoco me comunica nada un raclette o un fondue…»

Última edición por Ennui; 10-jul-2013 a las 11:52.
 
Antiguo 10-jul-2013  

LLÁMAME POR MIS VERDADEROS NOMBRES


No digas que partiré mañana
porque todavía estoy llegando.

Mira profundamente: llego a cada instante
para ser el brote de una rama de primavera,
para ser un pequeño pájaro de alas aún frágiles
que aprende a cantar en su nuevo nido,
para ser oruga en el corazón de una flor,
para ser una piedra preciosa escondida en una roca.

Todavía estoy llegando para reír y llorar,
para temer y esperar,
pues el ritmo de mi corazón es el nacimiento y la muerte
de todo lo que vive.

Soy el efímero insecto en metamorfosis
sobre la superficie del rio,
y soy el pájaro que cuando llega la primavera
llega a tiempo para devorar este insecto.

Soy una rana que nada feliz
en el agua clara de un estanque,
y soy la culebra que se acerca
sigilosa para alimentarse de la rana.

Soy el niño de Uganda, todo piel y huesos,
con piernas delgadas como cañas de bambú,
y soy el comerciante de armas
que vende armas mortales a Uganda.

Soy la niña de 12 años
refugiada en un pequeño bote,
que se arroja al mar
tras haber sido violada por un pirata,
y soy el pirata
cuyo corazón es incapaz de amar.

Soy el miembro del Politburó
con todo el poder en mis manos,
y soy el hombre que ha de pagar su deuda de sangre
a mi pueblo, muriendo lentamente
en un campo de concentración.

Mi alegría es como la primavera, tan cálida
que abre las flores de toda la Tierra.
mi dolor es como un rio de lágrimas,
tan desbordante que llena todos los Océanos.

Llámame por mis verdaderos nombres
para poder oír al mismo tiempo mis llantos y mis risas,
para poder ver que mi dolor y mi alegría son la misma cosa.

Por favor, llámame por mis verdaderos nombres
para que pueda despertar
y quede abierta la puerta de mi corazón,
la puerta de la compasión.

Thich Nhat Hahn

Última edición por Erasmo01; 10-jul-2013 a las 17:11.
 
Antiguo 10-jul-2013  

"El que juega con fuego aprende a no quemarse".

Oscar Wilde.
 
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