Joder, joder, ¡qué pánico!. Las manos sudorosas, los dientes rechineantes, el cuerpo tembloroso. ¿Y a qué mierda viene esto? Y yo qué sé. Yo pienso luego escribo, no me atengo a un orden preestablecido ni lo que digo muchas veces tiene sentido. Ese soy yo, esa es mi forma de contar las cosas. Me salto las reglas. Pero entiendo que poco a poco me voy serenando, estoy recobrando la fe en mí mismo aunque soy consciente de que queda algún tiempo para salir del paso, esto es, para volver a ser el que fui. Y nada ni nadie me lo va a impedir. Sí, he hecho bien. A pesar de los pesares. Y me acuerdo de que cuando era un niño algo tímido, por lo menos tenía autoestima. Y con el tiempo se ha ido al garete, eso es lo que me duele y eso es lo que estoy intentando decir. Ahora estoy solo, como en el fondo me gusta, y no tengo reparo para, si encarta, salir a charlar un poco con los compañeros de piso. Es así, lo noto en mi mente. Sé que el amor está presente en la vida de las personas, que forma parte de ellas, y que cuando llega no se le debe hacer ascos, es más, incluso diría que debemos aferrarnos fuertemente a él. Y no me refiero sólo al amor de una mujer, existen infinidad de amores, hasta el que se le tiene a un perro. 26/09/2001.