Recuerdo que cuando estaba muy enfermo fui invitado por unos amigos a jugar una partida de squash. La verdad es que lo hicieron con la mejor voluntad, de eso no tengo duda.
Fuimos a un "club privado", eran "gente bien" y habían quedado con algunas chicas. No sabría decir porqué razón odiaba todo aquello. Supongo que me superaba y no quería estar allí. Iba forzado, lleno de odio, ansiedad y tensión.
Jugando no di ni una, pero eso es igual, me importaba un pito.
El problema, es que una vez en las duchas, estando debajo del chorro, sin darme cuenta empecé a gritar, no podía parar.... Sentía como si no fuera yo el que gritaba, como si me oyera pero no fuera el responsable de los gritos, como si no estuviera ahí, hasta que vinieron los amigos, me di cuenta y paré. Era un grito seguido, grave, como si algo saliera de mi.
Fue un escándalo, casi viene el encargado y nos saca. Intenté disimular como pude.
En cuanto a las consecuencias, a nivel del grupo de amigos que estábamos, durante la cena que siguió a la partida...pues...ya os podéis imaginar!
¿Os ha pasado algo similar alguna vez?