Cita:
Iniciado por StyH
Obviamente no cualquier maltrato produce placer en la víctima, sino cualquiera podría salir a la calle darle una hostia a uno y engancharle. Sólo determinadas relaciones. Tú dices q te maltrataban, probablemente desde el primer momento o casi fuiste consciente y quisiste huir de la situación, y en cuanto pudiste lo hiciste, o no lo hacías por miedo. Pero jamás amaste a tu agresor, ni llegaste a decir o pensar cosas como la cita del libro «Si me muestro más dócil, terminará porapreciarme o amarme». Esta es la cuestión. Hay personas maltratadas gravemente q siguen amando a su agresor, siguen con la relación y no quieren dejarla, siendo conscientes del maltrato. Lo lamento pero en estos casos concretos sí existe placer masoquista.
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Yo no creo que la víctima ame al agresor, la víctima está necesitada de amor y cariño y el agresor le da una de cal y otra de arena, manteniéndolo cerca físicamente pero lejos emocionalmente. La relación es superficial. La víctima odia a su agresor pero está siempre esperando que le de lo que le falta, el reconocimiento, amor, cariño, etc.
Es interesante el fenómeno atracción-repulsión que se da en muchas ocasiones con repeticiones compulsivas, no me refiero a repeticiones físicas de toc, sino a conductas. Por ejemplo, un suceso intenso negativo que haya ocurrido a un niño, de mayor, le causa por una parte rechazo, pero por otra atracción. Según Antonio Blay, la conciencia que tenemos de nosotros mismos es conciencia de las experiencias que hemos tenido, cuanto más profunda haya sido la experiencia mas conciencia de nosotros tenemos y esa sería la atracción.
"Otra clasificación interesante de las experiencias es el de superficiales y profundas:
Son experiencias superficiales las de la vida ordinaria, corrientes y normales, en diversos grados. En ellas, aunque mantenemos la conciencia de nosotros mismos, no nos vivimos con intensidad.
Las experiencias profundas: pero existe otro tipo de experiencias más profundas. Examinándolas advertimos que se caracterizan porque, en el momento de vivirlas, sentimos una peculiar resonancia interior, en aquella situación, debido a una toma de conciencia de nuestro yo más próxima a nuestro verdadero ser central y profundo, a nuestro íntimo sentir del yo. Precisamente la mayor profundidad de tales experiencias consiste en que ese acercarse a nuestro centro sigue el impulso primordial por el que llegamos a tomar conciencia de nosotros mismos: de nuestro vivir y de nuestro ser. Y por tal razón este tipo de experiencias, asociadas a momentos más solemnes de profundidad, quedarán grabadas en nuestra mente con fuerza intensa, hasta el punto de provocar una natural tendencia a repetirlas y a asirnos a ellas una y otra vez, hasta convertirse en el condicionamiento más importante de nuestra vida. Se habrá abierto así en nosotros una profunda inclinación a buscar siempre la repetición de tales experiencias, en las que nos sentimos más hondamente a nosotros mismos."
"Las experiencias profundas son constructivas si son positivas. Pero constituyen un serio problema en el caso de ser negativas, ya que entonces la persona quedará adherida al carácter negativo de la experiencia y se plantea para ella la trágica dualidad de que se vive a sí misma profundamente sólo en lo dramático y desagradable; por un lado, su sensibilidad y su inteligencia le hacen huir y protegerse de todo lo negativo y desagradable, que la limita; pero por otro lado siente una fuerte compulsión a revivir las mismas situaciones una y otra vez, porque en ellas encuentra una resonancia más profunda de sí misma. Su consciente quiere oponerse y luchar, pero no puede porque esta lucha se apoya en las razones de la mente consciente y la que tendría que actuar es la mente inconsciente contrarrestando los condicionamientos adquiridos, que son los que determinan la acción."
"Recapitulando, las experiencias que acumulamos al correr de los años forman progresivamente en nosotros diversos condicionamientos más complejos, positivos unos y otros negativos. Simultáneamente, gracias a las experiencias, en especial a las profundas, vamos adquiriendo conciencia de nosotros mismos y de nuestra capacidad, conciencia del mundo y conciencia y hábito de acción, es decir, estilos de reacción y respuesta. El conocimiento de cuanto antecede es, por lo tanto, importantísimo, puesto que abre una perspectiva de acción eficaz aunque por desgracia no fácil, pero sí segura si se trabaja con constancia en la dirección debida."
Energía personal - Antonio Blay