En tres sesiones de juego terminé al fin mi cuenta pendiente con Amnesia: The Dark Descent. Me asusté mucho menos de lo que hubiera esperado (¿querido?), pero quizá se deba a que maduré más y desarrollé más protecciones psíquicas de las que tenía por la época que jugué la saga Penumbra. Esto de los juegos de miedo es curioso: Uno no quiere a la vez que quiere sentir terror y angustia (a propósito, para el que le interese: La temporada uno de
The Last Door logró provocarme más de dos memorables escalofríos. La página pone algunos obstáculos para jugar, pero está
en minijuegos también, aunque la complicación ahí pasa por ponerlo a pantalla completa).
Tampoco digo que no me puse nervioso en ningún momento, pero no sé, me decepcionó bastante la temática de "magia-ficción", que nunca supe ni sé digerir. No puedo gestar auténtico miedo psicológico si a la historia ya la estoy desacreditando involuntariamente (no lo hago adrede, de hecho no quisiera hacerlo) por inverosímil.
SPOILER RELATIVAMENTE IRRELEVANTE| una lástima que hasta la suposición que me hacía más coherente la experiencia y el relato terminara por confirmarse equivocada: Que "la sombra" y los "grunts" no eran entidades físicas reales, sino... potentes pesadillas que de alguna forma (necesariamente sobrenatural, pero ok) lograban traspasar momentáneamente al plano físico para constituir una verdadera amenaza a la vida de Daniel. Es decir, que "la sombra" reinase sólo en las mentes de aquellos a los que persigue y que sí, se manifestase materialmente, pero sólo para atormentar puntualmente a esos desdichados. Todo esto (que estaba equivocado) queda claro al leer las historias del PDF "Remember", donde se relata como otras personas tienen un encuentro casual con un "grunt", y como la masa de carne rojiza y latente en que se manifiesta "la sombra" pudo ser detenida en otros tiempos por una pesada loza de piedra.|FIN SPOILER
Pero eso no significa que me parezca mal juego. Me quedan "Justine" y "A Machine for Pigs", así que ya contaré qué onda.
Otra crítica: Ojalá la oscuridad de los ambientes hubiera sido siempre como en el Almacén (del que se dice al respecto de su oscuridad que es "extraña y antinatural"); espesa y absoluta, no permitiendo ver los alrededores inmediatos en ese tono gris azulado que simula, imagino, la habituación de Daniel a la oscuridad en el resto de escenarios. Esa oscuridad opresiva sí da miedo y desorienta, y obliga a verdaderamente depender del farol y preocuparse mucho más por quedarse sin aceite ni yesqueros.