Es curioso, incluso divertido, como en un instante puedo pasar de la relajacion al extremo estress al recordar que ya es hora de regresar a la universidad, que debo decidir que clases inscribir y de nuevo entrar a clases.
Supongo que el estudio no es en si mismo tan negativo, no es que le tema a hablar en publico o que sea discriminado o agredido, solo justificamente inadvertido, y si bien encontrar compañeros para actividades grupales inicialmente puede ser difícil e incomodo, lo hice el semestre anterior y sin duda lo haré este tambien.
Pero hay algo respecto de dejar este pequeño refugio que me confieren las vacaciones y enfrentar el mundo real una vez mas, algo profundamente incomodo y desagradable, supongo debido a que mis problemas dejan de ser cuestiones abstractas y se vuelven una vez mas reales, vividos y dolorosos.
Es una cosa hablar desde la seguridad del aislamiento acerca de como debo enfrentarme solo al mundo y aprender a ser un adulto, que envalentonado debo sonar, pero una vez llegado al momento si bien el convencimiento no flaquea si viene acompañado con una cierta desesperanza, de que solo debo enfrentar estos retos propios de mi mundo, de que no hay a quien recurrir, de que no hay a quien culpar por los fracasos o felicitar por los exitos mas que a mi mismo.
Supongo que eso es lo que siempre he querido, aprender a ser alguien fuerte e independiente, pero el camino a eso sabe tan amargo que no puedo evitar sentir que la vida no debería ser así.