Después de dos años sin salir el lunes vuelvo al juego, tengo una cena con dos amigos y sus respectivas novias.
Mi amistad con ellos lleva muerta muchos años. Lo típico, fueron perdiendo la ilusión por las aficiones que nos unían (el cine, la historia, las motos) para pasar a vivir y pensar exclusivamente en su amor. No es extraño, pasaron su juventud desesperados por encontrar una una novia (como yo) y en cuanto la 1ª chica que conocieron por los chats les dio sexo se aferraron a ella como un naufrago a una tabla. Cambiaron de ciudad dejando a tras amigos y familia para irse a vivir con la mujer-diosa que les redimiría de su vida de pajas y soledad.
El caso es que han vuelto de visita a la ciudad que les vio nacer y les ha parecido bien recordar viejos tiempos con con su amigo que no supo volar del nido (bueno más bien que voló del nido y se estrelló).
Si la cena fuera con ellos dos solos iría sin dudarlo pero al meter a sus novias en la ecuación me empiezan a salir variables que me causan ansiedad. Años atrás, cuando quedaba con ellos y sus novias estas me saludaban con frialdad, me contestaban con monosílabos, miradas gélidas y ceños fruncidos, o eso me parecía. Quizás la antipatía fuese mutua, por mi parte al considerarlas unas arpías que habían secuestrado la mente y la voluntad de mis amigos, por la de ellas quizás les recuerde lo tristes que eran sus novios antes de conocerlas. Además con mis colegas habían quedado destruidos los puentes que nos unían, ellos encontraban infantiles, pueriles y aburridos mis historias y aficiones que antes nos apasionaban y yo bostezaba al escuchar sus chismes de trabajo de gente a la que no conocía y las narraciones de sus vacaciones en el pueblo con sus suegros.
El caso es que no pude volver a quedar con ninguno de mis dos colegas sin que le acompañase su respectiva novia y comencé a rechazar sus invitaciones para quedar hasta que perdimos el contacto.
Pero aún así tengo una razón que finalmente me haga ir a la cena. Llevo unos meses acudiendo a un taller de habilidades sociales donde nos enseñan a mejorar y adquirir destreza en el puto juego de relacionarse socialmente. Miradas, expresiones faciales, escucha activa, asertividad, volumen y tono de la voz, lenguaje no verbal, son conceptos que mis profesores han dejado en mi caótica mente como abandonados y deslavazados en un vertedero y que trato ahora de organizar para ponerlos en práctica en la cena.
Tengo la ventaja de que ahora no iré a relacionarme socialmente como si condujese un coche por la ciudad sin conocer la mayoría de las señales, ahora tengo un ejemplar del código de circulación. Aún así tengo miedo a estrellarme igualmente debido a mi torpeza causada por mi ansiedad, o por mi ansiedad causada por mi torpeza, no lo sé. No tengo mucha fe en esto del entrenamiento en habilidades sociales ya que si careces del valor necesario para comunicarle a los demás tus verdaderas ideas y sentimientos se queda todo en un montón de técnicas huecas e inútiles. Como un karateca que conoce la técnica del combate pero que le falta valor para luchar.
En fin, si veo que hay alguien interesado en mi post os contaré si voy o no a la cena, y si es así como me fue en el puto juego.