En mi trabajo, tengo que usar bastante el teléfono (aunque, si puedo, soluciono los temas por e-mail, je, je
).
Me he dado cuenta de que, si tengo que llamar yo, comienzan las inseguridades y me pongo a darle vueltas a la llamada; si no fuera algo del trabajo, terminaría por no llamar. Sin embargo, cuando me llaman, la cosa suele ir bien.
Está claro que sucede (al menos a mí) cuando tengo tiempo de darle vueltas a la cabeza, así que lo que hago es llamar directamente sin ponerme a pensar qué diré, cómo lo diré, como reaccionará el otro... En ciertos temas, es mejor que no meneemos las neuronas, que nos juegan malas pasadas.
Oblígate a usar el teléfono, pero sin pasarte, para que tampoco se convierta en una experiencia odiosa.
Poco a poco en todo...
Suerte!