Un chaval inglés de 10 años está detrás del mayor atentado terrorista de la Historia. Al menos es lo que él cree, y no es precisamente la más descabellada de las teorías: el niño, del que no ha trascendido el nombre, sufre de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y uno de sus tics era pisar una marca blanca en el asfalto cada día. Menos el fatídico 11 de septiembre de 2001, que se le olvidó. Desde entonces vive con la pesadumbre de ser responsable de la matanza y acarrea en su conciencia los más de 3.000 muertos de aquel día.
El extraño caso –que se sepa es la primera vez que un paciente se autoinculpa de un gran atentado- ha aparecido publicado en la revista Neurocase. Según la autora del artículo, Mary Robinson, una psicóloga de la Universidad de Londres, “el caso demuestra la necesidad de proteger a la gente joven en este mundo de terrorismo y de la cobertura inmediata de los mismos por parte de los medios”.
Antes de los ataques del 2001 el presunto autor intelectual –que además de TOC sufre el síndrome de Tourette- estaba mejorando de ambas enfermedades pero desde el 11 de septiembre empezó a empeorar, su humor se agrió y sus tics se incrementaron. Uno de esos tics era pisar una marca concreta en la calle, “pero ese día se le olvidó y, por tanto, concluyó que el ataque al World Trade Center era culpa suya”.
Los afectados por el Transtorno Obsesivo Compulsivo tienden a repetir maniáticamente ciertos comportamientos, como lavarse las manos o evitar pisar las líneas de la acera. El futbolista David Beckham es uno de los enfermos más célebres. Pero el 11-S tenía coartada.