Cita:
Iniciado por Beliar
No lo considero directamente una enfermedad, pero si como un padecimiento y algo que te puede traer muchos problemas, incluso tal vez una que otra enfermedad tal cual (aunque de forma muy indirecta).
Considero que el valor de una persona se mide por lo que hace y por lo que es, y alguien débil y sumiso tiene un potencial sin explotar tremendo, que pocas veces se llega a materializar en algo consistente, considerable y auténticamente bueno.
Para mi una cosa es tener sensibilidad, miedos y pasiones y otra muy diferente tener la fortaleza de una gelatina. Un hombre no debería ser una roca por completo, pero tampoco un mugre bombón. Para mi la aceptación y el respeto tienen requerimientos mínimos, y alguien débil me inspira muy poco de ambos, a menos que deseé cambiar.
No me agrada tampoco que muchos asocien la fuerza y la independencia/liderazgo/rebeldía/dominio con una búsqueda descontrolada y degradante de status o atención.
Además ¿Qué tiene de malo esperar un poco de reconocimiento por algo bien hecho? No conozco a nadie que haga las cosas de forma 100% desinteresada.
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Otro magnífico mensaje
. Te estás consagrando. Puedo matizar que eso que escribiste sobre la letra con sangre entra, no me parece el mejor método, aunque es difícil que una persona se rebele sin mediar una provocación y agresión inicial. Nos educan en el respeto a los demás, nunca a nosotros mismos.
Con lo más que concuerdo (por eso lo he remarcado, subrayándolo) es diferenciar entre ser sensible y ser un blando. Una persona puede llegar al amaneramiento (yo
), lo cual no es sinónimo de dejarse avasallar, ni menospreciar por mucho que la demagogia maternalista de personas como
Sora nos traten de convencer lo contrario. Hay que ser de acero y cuanto más débil las razones para serlo aumentan, te enfrentas, ineluctablemente, a más peligros.
Recuerdo a un compañero en el colegio. Bajo, gordo, con gafas de culo botella, con cara de rana y, encima, testigo de Jehová. Pues bien, le sentíamos envidia todos los humillados en el centro, porque se hacía respetar a base de puños. Casi todos los días tenía pelea, muchas veces recibía una somanta de palos, ahora bien, los vaciles terminaron antes de finalizar el curso. Todavía me pregunto si sus preceptos religiosos le recomendaban tal actitud
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