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Ver Resultados de Encuesta: ¿Tú que harías?
Si, cambiaria 3 20,00%
No, no cambiaría 10 66,67%
NS / NC 2 13,33%
Votantes: 15. No puedes votar en esta encuesta

Respuesta
 
Antiguo 01-oct-2006  

Anoche tuve un encuentro con una mujer de larga melena rizada color caoba, alegres ojos claros, permanente sonrisa, encantadora, delicadas y cálidas manos, y dulce, aterciopelada voz.

Llevaba un elegantísimo vestido marfil con brillos dorados, que dejaba apreciar su grácil figura, vaporoso, suave como su perfumada piel, y que hacía un gracioso sonido al rozarse con ésta.

Completaba su imagen con una discreta diadema, unos pendientes con un pequeño brillante, un colgante similar y unas cantarinas pulseras que tintineaban con sus movimientos de brazos.

Caminaba o más bien se deslizaba con una gracia solo comparable al de una bailarina de ballet clásico pero sobre unos bellos zapatitos con una hebilla lateral y no mucho tacón.

Hablamos durante horas bajo la ténue luz de la luna creciente sentados en la aún tibia arena de la playa, frente al mar, arrullados por el batir de las olas.

Pasamos de unos temas a otros con la naturalidad, la complicidad y la cercanía de quienes se conocieran de toda la vida, riendo a veces, en silencio otras veces contemplando tan solo el magnífico cielo estrellado que nos amparaba.

Tan fascinante y divertida era su conversación que se nos pasó el tiempo casi sin darnos cuenta, solo el atisbo del lento clarear presagiaba el inminente amanecer.

Entonces ocurrió algo inesperado, estábamos hablando de las diferencias entre hombres y mujeres, y de las ventajas e inconvenientes que el azar de la naturaleza deparaba a unos y otras.

Ella se puso muy seria y me hizo una pregunta algo desconcertante:

¿Sabiendo lo que sabes de hombres y mujeres, si te dieran la oportunidad de elegir por ejemplo a partir de mañana mismo, desearías cambiar de sexo?

Me quedé pensativo durante un instante pero ella me instó a que contestara puesto que estaba a punto de amanecer y debía marcharse.

Por fín me decidí y respondí que sin duda si, desearía cambiar.

Ella sonrió, se acercó, me besó y me deseó que se cumplieran mis deseos, luego se volvió y caminando despacio empezó a alejarse.

Me levanté un poco aturdido por la situación tan extraña y apenas pude preguntarle si nos volveríamos a ver, a lo que me respondió con un enigmático quizás.

La fresca brisa marina provocó un estremecimiento en mi cuerpo a la vez que los primeros rayos de sol descubrían el encanto de mi nueva identidad.
 
Antiguo 02-oct-2006  

Ni de coña cambiaría. ¿Cómo iba a hacerlo si, siendo un asqueroso desesperado sin esperanza de catar el sexo en su pútrida moradía terrenal, tan pronto se obrara el cambio me la encontraría a ella transmutada en un orangután preglaciar, que me interpelase así?:

--Querías follar conmigo, ¿verdad, gusano miserable? Pues ahora te vas a salir con la tuya; ¡toma rabo!
 
Antiguo 02-oct-2006  

Ah....

Pues lo q haría sería mirarme el escote, a ver q tal.


Pues no creo q cambiase.
Eso sí, me gustaría estar en la piel, y en la cabeza, de una mujer durante uno o varios días (a lo mejor con unas horas ya me sobraba...) para experimentar cómo se ve, y se vive, el mundo desde su perspectiva.
Y tb me gustaría q alguna mujer estuviese en la piel de un hombre, y me contase su experiencia, sus impresiones.



Después escribiría un libro, sería un bestseller, me compraría un yate, empezaría a fumar en pipa, etc.
 
Antiguo 02-oct-2006  

La historia está muy bien narrada, desgraciadamente no creo que sea cierta. Ya que este tipo de historias son por mala suerte, las que ocurren en nuestra imaginación cuando nos entran terribles ganas de escribir.

Ella (en tu mente) era un hombre que se cambió de sexo y ahora es mujer, que te preguntaba si tu hubieras echo lo mismo. Y que te insinuaba que ahora ella era la mejor amante, pues conocia bien a los hombres y a las mujeres.

Yo, sin duda no cambiaria de sexo. Me encantan las mujeres, pero me encantan las mujeres como hombre. Si pasará a ser mujer se entiende que me tendría que pasar a gustar los hombres. Pues no tendría mucho sentido cambiar de sexo y hacerme lesbiana...¿no?

Saludos inventor de bellas historias!
 
Antiguo 02-oct-2006  

Cita:
Iniciado por Martin_G
Anoche tuve un encuentro con una mujer de larga melena rizada color caoba, alegres ojos claros, permanente sonrisa, encantadora, delicadas y cálidas manos, y dulce, aterciopelada voz.

Llevaba un elegantísimo vestido marfil con brillos dorados, que dejaba apreciar su grácil figura, vaporoso, suave como su perfumada piel, y que hacía un gracioso sonido al rozarse con ésta.

Completaba su imagen con una discreta diadema, unos pendientes con un pequeño brillante, un colgante similar y unas cantarinas pulseras que tintineaban con sus movimientos de brazos.

Caminaba o más bien se deslizaba con una gracia solo comparable al de una bailarina de ballet clásico pero sobre unos bellos zapatitos con una hebilla lateral y no mucho tacón.

Hablamos durante horas bajo la ténue luz de la luna creciente sentados en la aún tibia arena de la playa, frente al mar, arrullados por el batir de las olas.

Pasamos de unos temas a otros con la naturalidad, la complicidad y la cercanía de quienes se conocieran de toda la vida, riendo a veces, en silencio otras veces contemplando tan solo el magnífico cielo estrellado que nos amparaba.

Tan fascinante y divertida era su conversación que se nos pasó el tiempo casi sin darnos cuenta, solo el atisbo del lento clarear presagiaba el inminente amanecer.

Entonces ocurrió algo inesperado, estábamos hablando de las diferencias entre hombres y mujeres, y de las ventajas e inconvenientes que el azar de la naturaleza deparaba a unos y otras.

Ella se puso muy seria y me hizo una pregunta algo desconcertante:

¿Sabiendo lo que sabes de hombres y mujeres, si te dieran la oportunidad de elegir por ejemplo a partir de mañana mismo, desearías cambiar de sexo?

Me quedé pensativo durante un instante pero ella me instó a que contestara puesto que estaba a punto de amanecer y debía marcharse.

Por fín me decidí y respondí que sin duda si, desearía cambiar.

Ella sonrió, se acercó, me besó y me deseó que se cumplieran mis deseos, luego se volvió y caminando despacio empezó a alejarse.

Me levanté un poco aturdido por la situación tan extraña y apenas pude preguntarle si nos volveríamos a ver, a lo que me respondió con un enigmático quizás.

La fresca brisa marina provocó un estremecimiento en mi cuerpo a la vez que los primeros rayos de sol descubrían el encanto de mi nueva identidad.
Bonito relato, sin duda. ¿Es tuyo?

Yo he contestado que si. La verdad es que seguro que como mujer ya habría tenido varios novios, tal vez incluso tendría un trabajo y una vida independiente y optimista. No como ahora.

Ademas tendría la autoestima por las nubes despues de tanto escuchar a tanto subnormal (asi es como me llamaria a mi mismo en version masculina) las soberanas gilipolleces que se inventasen para halagarme.
 
Antiguo 02-oct-2006  

Cita:
Iniciado por PULEVA
Cita:
Iniciado por Almona
La historia está muy bien narrada, desgraciadamente no creo que sea cierta. Ya que este tipo de historias son por mala suerte, las que ocurren en nuestra imaginación cuando nos entran terribles ganas de escribir.

Ella (en tu mente) era un hombre que se cambió de sexo y ahora es mujer, que te preguntaba si tu hubieras echo lo mismo. Y que te insinuaba que ahora ella era la mejor amante, pues conocia bien a los hombres y a las mujeres.
¿Y éste qué dice?
Tú has bebido. Vaya manera decir que con una tía sólo te encuentras en tu imaginación, y que encima será un marica y el mejor amante, eso sólo se te ocurre a ti. ¿Eres un gay reprimido o qué? Dedícate a llorar por Rubianes y por tu país que no existe ni existirá.
Uy Asera!!! que te aburrias sin dar tus muestras de sociopatia??? ya has vuelto, si ya dicen; mala hierba nunca muere (y en tu caso desaparece).

Mira, parece mentira que no sepas apreciar una descripción de la realidad de un relato, de una fantasaia. Escrita solo por el placer de escribir, y contando en ella reflexiones que te gustaría transmitir.

Si te parece, que entre quien la escribió y diga si es verdad o es un relato suyo. Que diga que idea tenia en mente, ¿el porqué de la pregunta que le hace?

Por cierto, no lloro por mi pais, lloro por el nuestro A caso Lorca es catalán, a caso Rubianes es catalán???

A caso no puedo dar mi apoyo a la España republicana y de izquierdas???

Des de luego eres un tipo de personaje que nunca cambiará....

vomitivo....
 
Antiguo 02-oct-2006  

Almona, YHBT. YHL. HAND
 
Antiguo 02-oct-2006  

Cita:
Iniciado por Martin_G
Anoche tuve un encuentro con una mujer de larga melena rizada color caoba, alegres ojos claros, permanente sonrisa, encantadora, delicadas y cálidas manos, y dulce, aterciopelada voz.

Llevaba un elegantísimo vestido marfil con brillos dorados, que dejaba apreciar su grácil figura, vaporoso, suave como su perfumada piel, y que hacía un gracioso sonido al rozarse con ésta.

Completaba su imagen con una discreta diadema, unos pendientes con un pequeño brillante, un colgante similar y unas cantarinas pulseras que tintineaban con sus movimientos de brazos.

Caminaba o más bien se deslizaba con una gracia solo comparable al de una bailarina de ballet clásico pero sobre unos bellos zapatitos con una hebilla lateral y no mucho tacón.

Hablamos durante horas bajo la ténue luz de la luna creciente sentados en la aún tibia arena de la playa, frente al mar, arrullados por el batir de las olas.

Pasamos de unos temas a otros con la naturalidad, la complicidad y la cercanía de quienes se conocieran de toda la vida, riendo a veces, en silencio otras veces contemplando tan solo el magnífico cielo estrellado que nos amparaba.

Tan fascinante y divertida era su conversación que se nos pasó el tiempo casi sin darnos cuenta, solo el atisbo del lento clarear presagiaba el inminente amanecer.

Entonces ocurrió algo inesperado, estábamos hablando de las diferencias entre hombres y mujeres, y de las ventajas e inconvenientes que el azar de la naturaleza deparaba a unos y otras.

Ella se puso muy seria y me hizo una pregunta algo desconcertante:

¿Sabiendo lo que sabes de hombres y mujeres, si te dieran la oportunidad de elegir por ejemplo a partir de mañana mismo, desearías cambiar de sexo?

Me quedé pensativo durante un instante pero ella me instó a que contestara puesto que estaba a punto de amanecer y debía marcharse.

Por fín me decidí y respondí que sin duda si, desearía cambiar.

Ella sonrió, se acercó, me besó y me deseó que se cumplieran mis deseos, luego se volvió y caminando despacio empezó a alejarse.

Me levanté un poco aturdido por la situación tan extraña y apenas pude preguntarle si nos volveríamos a ver, a lo que me respondió con un enigmático quizás.

La fresca brisa marina provocó un estremecimiento en mi cuerpo a la vez que los primeros rayos de sol descubrían el encanto de mi nueva identidad.

Aunque a fuerza de ser sincero, tendría que confesar, que no advirtió lo que ocurría, lo que sí noto desde el primer momento, fue que su mano era más grande, más oscura y más fuerte que antes, era un hombre menudo, con manos de pianista, y ese gesto sobre la cara, espantando el sueño, resulto un manotazo tan contundente como una bofetada.
La extrañeza de ver las cosas desde un cuerpo anejo, su mano tan pesada y callosa, el volumen de su nuevo cuerpo, casi el doble del anterior, todo resultaba confuso, mientras permaneció en la cama.
Lo que vio reflejado en él espejo del baño ajeno, le hizo abrir su carnosa boca de labios africanos, erizandole desde el cuero cabelludo hasta la misma punta de su ensortijado cabello, porque el espejo le decía que era una mujer, sí una mujer negra, de mucho más de 120 kgrs de peso.
Con una dulce y triste mirada, la suya, aunque de un solo ojo, el otro estaba seco y ciego porque era tuerta, porque en realidad era la criada, se había convertido en la criada negra y tuerta de la maravillosa y evanescente aunque racista mujer, con la que había conversado la noche anterior.


 
Antiguo 03-oct-2006  

Cita:
Iniciado por enma
Cita:
Iniciado por Martin_G
Anoche tuve un encuentro con una mujer de larga melena rizada color caoba, alegres ojos claros, permanente sonrisa, encantadora, delicadas y cálidas manos, y dulce, aterciopelada voz.

Llevaba un elegantísimo vestido marfil con brillos dorados, que dejaba apreciar su grácil figura, vaporoso, suave como su perfumada piel, y que hacía un gracioso sonido al rozarse con ésta.

Completaba su imagen con una discreta diadema, unos pendientes con un pequeño brillante, un colgante similar y unas cantarinas pulseras que tintineaban con sus movimientos de brazos.

Caminaba o más bien se deslizaba con una gracia solo comparable al de una bailarina de ballet clásico pero sobre unos bellos zapatitos con una hebilla lateral y no mucho tacón.

Hablamos durante horas bajo la ténue luz de la luna creciente sentados en la aún tibia arena de la playa, frente al mar, arrullados por el batir de las olas.

Pasamos de unos temas a otros con la naturalidad, la complicidad y la cercanía de quienes se conocieran de toda la vida, riendo a veces, en silencio otras veces contemplando tan solo el magnífico cielo estrellado que nos amparaba.

Tan fascinante y divertida era su conversación que se nos pasó el tiempo casi sin darnos cuenta, solo el atisbo del lento clarear presagiaba el inminente amanecer.

Entonces ocurrió algo inesperado, estábamos hablando de las diferencias entre hombres y mujeres, y de las ventajas e inconvenientes que el azar de la naturaleza deparaba a unos y otras.

Ella se puso muy seria y me hizo una pregunta algo desconcertante:

¿Sabiendo lo que sabes de hombres y mujeres, si te dieran la oportunidad de elegir por ejemplo a partir de mañana mismo, desearías cambiar de sexo?

Me quedé pensativo durante un instante pero ella me instó a que contestara puesto que estaba a punto de amanecer y debía marcharse.

Por fín me decidí y respondí que sin duda si, desearía cambiar.

Ella sonrió, se acercó, me besó y me deseó que se cumplieran mis deseos, luego se volvió y caminando despacio empezó a alejarse.

Me levanté un poco aturdido por la situación tan extraña y apenas pude preguntarle si nos volveríamos a ver, a lo que me respondió con un enigmático quizás.

La fresca brisa marina provocó un estremecimiento en mi cuerpo a la vez que los primeros rayos de sol descubrían el encanto de mi nueva identidad.

Aunque a fuerza de ser sincero, tendría que confesar, que no advirtió lo que ocurría, lo que sí noto desde el primer momento, fue que su mano era más grande, más oscura y más fuerte que antes, era un hombre menudo, con manos de pianista, y ese gesto sobre la cara, espantando el sueño, resulto un manotazo tan contundente como una bofetada.
La extrañeza de ver las cosas desde un cuerpo anejo, su mano tan pesada y callosa, el volumen de su nuevo cuerpo, casi el doble del anterior, todo resultaba confuso, mientras permaneció en la cama.
Lo que vio reflejado en él espejo del baño ajeno, le hizo abrir su carnosa boca de labios africanos, erizandole desde el cuero cabelludo hasta la misma punta de su ensortijado cabello, porque el espejo le decía que era una mujer, sí una mujer negra, de mucho más de 120 kgrs de peso.
Con una dulce y triste mirada, la suya, aunque de un solo ojo, el otro estaba seco y ciego porque era tuerta, porque en realidad era la criada, se había convertido en la criada negra y tuerta de la maravillosa y evanescente aunque racista mujer, con la que había conversado la noche anterior.


El amenazante y perfectamente reconocible zumbido de un mosquito trompetero inconscientemente provocó el que mi imagen en el espejo del baño anejo cerrara la boca y finalmente le prestara atención con el objetivo de localizarlo y acabar con su exasperante presencia.

Mientras buscaba al maldito insecto alado se empezaron a arremolinar oscuros pensamientos y sólo deseaba que no se hubiera a su vez agravado con una nueva situación espacio-temporal los últimos y extraordinarios acontecimientos ubicándome en la CSA.

Al fin lo vi, a las once en punto, desplazándose en dirección sur-sureste con desigual velocidad a pesar de estar el viento en calma. Alcanzó la puerta y se posó en el brillante pomo desde el que aparentaba la mayor de las indiferencias hacia mí a pesar de que mi voluminosa presencia no era para pasar precisamente desapercibida.

Me acerqué con sigilo y cuando ya estaba a punto de abalanzarme sobre él en desigual batalla con la misma indiferencia alzó el vuelo y se dirigió al fondo de la estancia conmigo detrás pisándole los seis talones.

Volvió a posarse y de un certero manotazo ejecuté su previamente dictaminada sentencia de muerte.

Su cadáver cayó suavemente al suelo junto a miles de fragmentos de cristal en que se había convertido el fino espejo veneciano que con la fuerza de mi pesado brazo y una furia desproporcionada al delito pero ciegamente larvada en los escasos minutos de mi nueva situación se descargaron sobre la turbadora imagen que me devolvía tan ingrato artilugio de autoconocimiento haciéndolo trizas.

Dos gotas de sangre junto al infortunado inocente delataban la comisión de mi crimen. Una tercera gota cayó lo que me hizo inmediatamente comprender que no pertenecían al occiso y que si cada crimen tiene su castigo el mío había inmediatamente sido aplicado de forma que mi situación personal parecía empeorar momento a momento.

La gran manaza me dolía del golpe pero después de escrutarla concienzudamente no descubrí daño alguno que hiciera sospechar la desconocida procedencia de la sangría. Dos gotas más hacían aventurar una catástrofe de proporciones inciertas.

- - -

Gracias a todos por vuestros halagos, si la historia es mia, totalmente inventada en una tarde de delirante inspiración, sin ninguna pretensión más que la de observar las reacciones del personal, y francamente me han divertido unas, sorprendido otras y complacido casi todas, por tanto la pregunta sigue en el aire, se agradecen las opiniones y las contribuciones a que la historia continue, las damas naturalmente también pueden manifestarse en la medida de su interés.
 
Antiguo 03-oct-2006  

Cita:
Iniciado por Frango_com_Nata
Ni de coña cambiaría. ¿Cómo iba a hacerlo si, siendo un asqueroso desesperado sin esperanza de catar el sexo en su pútrida moradía terrenal, tan pronto se obrara el cambio me la encontraría a ella transmutada en un orangután preglaciar, que me interpelase así?:

--Querías follar conmigo, ¿verdad, gusano miserable? Pues ahora te vas a salir con la tuya; ¡toma rabo!
Yo me quedo con la respuesta de Frango_com_Nata que, además de ser muy graciosa tiene mucho contenido.
 
Respuesta


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