No creo que haya una relación real entre los problemas y cómo nos sintamos. Ante una vida de aparente éxito, su protagonista puede sentirse totalmente desdichado, simplemente porque no encuentra su lugar, o porque está marcado por una angustia vital crónica; del mismo modo una persona con una vida llena de dificultades puede permanecer optimista, simplemente porque su naturaleza es esa, e inevitablemente se fijará siempre en lo bueno que tiene.
Por eso, cuando leo por aquí a algunos que buscan una novia, o un trabajo, o amigos como si el éxito fuera la panacea de sus males, realmente me pregunto hasta qué punto esto les ayudaría a mejorar. Claro está que una victoria te deja un buen sabor de boca, pero por experiencia propia puedo decir que ese sabor se desvanece poco a poco, y lo que queda es el regusto amargo de siempre, la misma deriva existencial de siempre.
Supongo que el truco está en aceptarnos como somos, en establecer nuestra propia escala de valores, en dejarnos llevar. Aceptar que somos círculos y dejar de intentar encajar en el hueco de los cuadrados.