Rotundamente,
NO 
.
Se obvia la pregunta por razones evidentes.
Habría tantos argumentos para sostener mi tesis que se haría plomizo y eterno el texto. Sólo unos apuntes para dar consistencia a la idea que me invade, casi desde que tengo uso de razón:
1.
Cuestión psicológica. La gente representa todo aquello que detesto. Las cualidades de la gente, sean unas o sus contrarias, representan un antagonismo insalvable con mi manera de pensar. No soy capaz de valorar nada positivo en la gente.
2.
Cuestión moral. Mi concepción de la moralidad me impide tener aprecio por quien es mezquino, pérfido y cruel. Son características intrínsecamente propias de la gente. No hay ser vivo que pueda llegar a ese nivel de degradación.
3.
Cuestión ecológica. La gente es el peor tumor que tiene la Naturaleza. Si desapareciera, el mundo recobraría un sentido armónico que le permitiría continuar durante años luz sin peligro de destrucción. La gente lo destroza todo, es una máquina engrasada para aniquilar la casa que no es de su propiedad.
4.
Cuestión emocional. Mis daños, mis desequilibrios, mis complejos, mis lamentos dimanan de la relación con la gente. Los demagogos dirán que eso es no asumir tu responsabilidad ante tu propia vida, no obstante (aquí radica parte de su demagogia) no me he referido a mis problemas, ni a mis defectos, ni a mis fallos, ni a mis culpas. He enumerado los conflictos derivados de estar con la gente, lo cual es indudable.
5.
Cuestión pragmática. ¿De qué me sirve a mí la gente?
Como no depende de nada convencional, me ahorro responder a la espinosa última cuestión
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PD: Ya sé que ha quedado igual de plomizo, pero lo leen igualmente. ¡Gente más que gente!
