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Antiguo 02-nov-2009  

Pues bueno... depende de lo que entendamos por susceptibilidad diremos una cosa u otra. A ver, la susceptibilidad a la que yo me refiero es la facilidad para picarse por una tontería dicha sin mala intención y reaccionar ante esto con una respuesta más o menos agresiva o desproporcionada. Si alguno de estos elementos falla no sería susceptibilidad.

Petunia, yo creo que tu caso es de hipersensibilidad, echarse a llorar no es responder de un modo agresivo... Igual que noporfa, guardárselo no es responder agresivamente o ser susceptible, es hipersensibilidad y falta de asertividad. Fs79, si te picas por algo que de verdad va con mala intención, no es susceptibilidad, joder, entonces es que lo has visto bien y reaccionas con algún cabreo ante algo que iba con mala intención, eso es normal. StrangeFruit lo mismo, si no te equivocas picándote con gente que va de buenas, aunque digas que eres susceptible, no lo eres. Susceptibilidad es cuando te equivocas, no hay mala intención y tu reacción no es justa. Picarse cuando toca picarse no es ser susceptible, ser susceptible es picarse cuando no toca. Y hay casos de todo tipo, la gente no es siempre malintencionada. Es tan absurdo pensar que todo el mundo va de buenas como pensar que todo el mundo va de malas, la cosa es saber distinguir cada caso.

Super-Pati, me parece que tu exjefa tiene otros problemas más importantes a parte de la susceptibilidad, que en su caso debe ser susceptibilidad al cubo, porque dices "las personas, ante ella, deben de mostrar una total simpatia hacia ella. si no muestran eso, lo considera agresion". Joer, ni Nerón. "Pero que dificil es esta clase de gente. Hay que andarse con cuidado... no se puede ser uno mismo con ellos...Hay que adaptar y dominar nuestra personalidad a sus espectativas, si la queremos llevar en paz." Pues habrá grados, habrá gente insufrible y gente que sea susceptible puntualmente. Creo que lo mejor es ser asertivo con los susceptibles. A lo mejor basta con un "venga, no seas susceptible" y el otro se da cuenta de que por nada, se está montando una peli de la segunda guerra mundial en su cabeza.

mind: "Cuando yo estoy demasiado susceptible, se me enciende una bombilla que me dice: 'algo va mal tienes que cambiar este pensamiento que te está haciendo daño a ti misma'.
No siempre es facil, pero con el sólo hecho de que nos demos cuenta de esto, ya es importante para 'trabajarse estos pensamientos negativos' y para que no esté el runrun siempre en nuestra cabeza.
Por otro lado, el positivo, esta susceptibilidad te pone en alerta para saber con que personas puedes contar y con las que no -dentro de un equilibrio, claro- pues a veces exageramos, incluso con amigos nos puede pasar, y esto ya estaría fuera de control; por tanto es mejor hablarlo con el amigo-a en cuestión."

Yo lo que hago es darme cuenta de que a veces tiendo a pensar mal, y a partir de ahí dejar margen a una interpretación más objetiva de la situación, como dar más cancha, y tratar de ser asertivo en las respuestas. Lo de las habilidades sociales también es importante en esto, pero cuestan más...
 
Antiguo 10-oct-2010  

http://www.elpais.com/articulo/porta...lpepspor_6/Tes

¿Quién dice que soy susceptible?

FRANCESC MIRALLES 14/03/2010

La hipersensibilidad nos hace chocar dolorosamente con nuestro entorno. Estar siempre en guardia agota nuestra energía, es causa de aislamiento y provoca baja autoestima.

El humorista catalán Eugenio acostumbraba a explicar un chiste en el que dos amigos se encuentran después de mucho tiempo; el primero le pregunta: “¿Cómo estás?”, y el otro le contesta irritado: “¡Pues mira que tú!”.

Esta situación no es ni absurda ni exagerada para quien conoce lo que en psicología se denomina PAS (personas altamente sensibles). De ellas nos vamos a ocupar en este artículo, con la esperanza de que no se enfaden.

Vivimos en un mundo densamente poblado que nos obliga al roce diario con decenas, a veces cientos de personas diferentes. Cada una de ellas tiene su propia visión de lo que es correcto o incorrecto, una manera de expresarse y de reaccionar ante los estímulos externos. No es de extrañar, por tanto, que salten chispas.

Si quien se halla en medio de la vorágine tiene, además, la piel fina, el sufrimiento y los conflictos están asegurados.

En guerra con el mundo
“Sé comprensivo, porque cada persona que encuentres en tu camino está librando una dura batalla” (Platón)

Además de minar la autoestima, estar siempre en guardia agota nuestra energía y nos aísla socialmente. Las personas hipersensibles pierden amistades con facilidad y les cuesta adaptarse al entorno laboral. Desde fuera parece que estén en guerra con el mundo, aunque en el fondo lo están con ellas mismas.

Todos hemos convivido con caracteres susceptibles, que interpretan cualquier comentario como un ataque y van por el mundo sumando ofensas. Son personas desconfiadas que están siempre a la defensiva y reaccionan con hostilidad a las primeras de cambio.

Se trata de sujetos esclavos de la opinión de los demás o, lo que es peor, de lo que creen que los demás opinan de ellos. Por eso la persona susceptible tiene la capacidad de transformar una conversación intrascendente en una tensa batalla. Una opinión, un comentario o incluso una simple mirada pueden bastar para prender la mecha.

La psicóloga clínica Trinidad Aparicio describe con los siguientes rasgos el perfil del hipersensible:
• Tiene una baja autoestima y es muy vulnerable emocionalmente.
• Pierde el control cuando sospecha que murmuran sobre él o cuando se siente atacado por algún comentario.
• Le afecta cualquier opinión y continuamente piensa en lo que debería haber respondido en el momento de “ser atacado”.
• Tiene menos en cuenta los comentarios positivos que las críticas o comentarios negativos.
• Busca el reconocimiento externo en todo lo que hace y se valora en función de la opinión de su entorno.
• Sus reacciones son imprevisibles.

Tras el perfil de una PAS se oculta, por una parte, una urgente necesidad de estima, y por la otra, una visión exageradamente subjetiva de lo que ocurre a su alrededor. Esto explica que, paradójicamente, el hipersensible pueda reaccionar de forma violenta, hiriendo la sensibilidad de los demás.

LA TERAPIA ARTÍSTICA
“Allí donde hay más sensibilidad es más fuerte el martirio”
(Leonardo da Vinci)

Según un estudio realizado en Estados Unidos, una de cada cinco personas padece hipersensibilidad, lo cual no necesariamente tiene que ser negativo. Antes de ver dónde está la barrera entre la persona sensible o delicada y la susceptibilidad, vamos a ver cómo se desarrolla esta última en las diferentes etapas de la vida. Según la terapeuta Marina B. Rolandelli:
“De niño, el hipersensible construye un mundo de fantasías porque percibe una realidad que le hiere y le provoca angustia y miedo. En la adolescencia se siente incomprendido, y sólo porque no encuentra con quién compartir sus emociones. En la madurez, el hipersensible sufre también en su relación de pareja: nunca está satisfecho con la demostración afectiva del otro; se muestra inseguro, acaparador, absorbente y celoso. Magnifica las escenas cotidianas porque no encuentra la clave para regular las emociones, lo que provoca una permanente crisis de insatisfacción y angustia”.

Una manera de mitigar la hipersensibilidad de modo que no afecte a nuestras relaciones con los demás es canalizarla en una actividad artística como la escritura, la pintura, la música o la fotografía. Cualquier vía de expresión artística es una catarsis que nos permite descargarnos de nuestra sensibilidad más fina para volver al mundo con la piel más dura.

Convivir con un hipersensible
“Las personas no nos quieren por lo que somos, sino por cómo las hacemos sentir” (Irwin Federman)

El día a día con una PAS es lógicamente difícil, ya que nos sentimos obligados a andar con pies de plomo para evitar que se desate el conflicto. Como destaca la psicóloga María Jesús Álava, “la interacción con una persona muy susceptible suele seguir este ritual: relación buena y correcta mientras la otra persona mesure mucho sus palabras y esté pendiente de lo que no debe decir o hacer hasta que, inevitablemente, surge algo imprevisto. El susceptible no puede controlar entonces sus reacciones, no puede evitar sentirse ofendido por todo, aunque sea consciente de que actuando de esta manera se está alejando de las personas de su entorno”.

Sin embargo, al adaptarnos como un guante a las manías de un familiar, amigo o compañero de trabajo no le estamos haciendo ningún favor, porque cuando salga fuera de la burbuja protectora que le procuramos, el choque con el mundo exterior será más violento aún.

Conviene buscar un momento relajado para darle a la PAS algunas claves para facilitar las relaciones con los demás y evitar las fricciones:
• Poner las opiniones en cuarentena. En caliente tendemos a dramatizar situaciones que 24 horas más tarde pueden no tener importancia. Por el mismo motivo, no conviene enviar un correo electrónico cuando nos sentimos dolidos.
• Suspender el juicio. Cuando juzgamos a alguien, inevitablemente emitimos un veredicto e incluso un castigo psicológico. Podemos evitarlo renunciando a fiscalizar a los demás.
• No pronosticar las conductas ajenas. Muchos conflictos nacen en la mente de la persona susceptible, que prevé una reacción adversa por parte de alguien, o bien espera algún tipo de gratificación por un favor realizado. Si no proyectamos lo que tiene que suceder, seremos más inmunes a la decepción.
• Cultivar la flexibilidad. Siguiendo el proverbio indio “es más fácil calzarte unas zapatillas que alfombrar el mundo entero”, podemos invitar a la PAS a adaptarse a los demás simplemente con el ejercicio de ponerse en su lugar: la práctica de la empatía.
• Valorar el hecho, no la persona. Una actuación puede ser más o menos afortunada, pero su impacto psicológico es mucho más suave si no enjuiciamos a la persona en su conjunto. Al valorar el acto en sí ganamos frialdad emocional.
• Prevenir conflictos. Puesto que cada enfado conlleva luego gastar mucha energía mental para mantenerlo o reconducir la situación, hay que aconsejar a la persona hipersensible que evite su inicio.

Días sensibles
“Enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, ciertamente, no resulta tan sencillo” (Aristóteles)

Sin ser necesariamente PAS, hay días que nos levantamos más susceptibles, con los sentimientos a flor de piel, sin saber muy bien por qué. Algunos especialistas hablan de biorritmos, de ciclos energéticos que nos afectan cada mes, con días altos, medianos y bajos. Otros hablan del influjo de la luna, o de los ciclos menstruales en el caso de las mujeres.

Sí parece demostrado que los días encapotados, cuando se avecina tormenta, la mayoría de personas se sienten más irritables y/o desanimadas. Hay días proclives a las explosiones de mal humor que tanto cuestan luego reparar.

Antes de perder los estribos conviene recordar que el enfado, además del desgaste de tiempo y energía que supone, tiene numerosas secuelas en la salud general, como:
• Subida de la presión arterial.
• Acidez estomacal.
• Exceso de adrenalina.
• Insomnio.

Detrás de muchas úlceras, por no hablar de dolencias más temibles, hay un estado de irritación permanente que va minando nuestras defensas un día tras otro. Sólo por eso merece la pena blindarse contra la susceptibilidad.

¿Qué podemos hacer si nos asalta el resentimiento –cuando no directamente el odio– hacia alguien que nos ha herido?

El coach Walter Anderson propone para estos casos un antídoto tan directo como natural: “Si estás enfadado con alguien que amas, abraza a esa persona. Y hazlo de todo corazón. Tal vez en ese momento no sientas deseos de abrazarla, lo cual confirma la necesidad de que lo hagas. Es muy difícil estar enfadado cuando alguien te muestra su amor, y eso es justamente lo que pasa cuando nos abrazamos”.

Hay enfados que sí están justificados, como cuando debemos proteger nuestro terreno en el ámbito laboral. Pero incluso en estos casos hay que medir muy bien el cómo, el cuándo y el con quién, como recomendaba Aristóteles.

Si tenemos un día malo y el asunto no necesita ser resuelto inmediatamente, nos haremos un favor –y lo haremos a nuestro entorno– dejando reposar la cuestión hasta el día siguiente o guardando el correo electrónico en la carpeta de borradores para revisarlo más tarde.

Tal como reza el budismo, al mirar la realidad la teñimos de nosotros mismos. Por tanto, al contemplar nuestro entorno con amabilidad es mucho más probable que ésta nos venga de vuelta. Lo que es seguro es que si cargamos con la mochila de la crispación, ésta no hará más que aumentar su peso.
Sólo por eso vale la pena calzarse las zapatillas y perdonar a los demás por sus imperfecciones.
 
Antiguo 10-oct-2010  

tengo un punto de eso, sí
 
Antiguo 10-oct-2010  

Sí, yo me considero bastante susceptible. Suelo darme por aludida si alguien hace un comentario negativo general, cualquier reacción de los demás hacia mí que no sea especialmente favorable me hace pensar que les caigo mal... aunque otras veces también me paso por ser demasiado ingenua.
 
Antiguo 10-oct-2010  

Cita:
Iniciado por eric Ver Mensaje
http://www.elpais.com/articulo/porta...lpepspor_6/Tes

¿Quién dice que soy susceptible?

FRANCESC MIRALLES 14/03/2010

La hipersensibilidad nos hace chocar dolorosamente con nuestro entorno. Estar siempre en guardia agota nuestra energía, es causa de aislamiento y provoca baja autoestima.

El humorista catalán Eugenio acostumbraba a explicar un chiste en el que dos amigos se encuentran después de mucho tiempo; el primero le pregunta: “¿Cómo estás?”, y el otro le contesta irritado: “¡Pues mira que tú!”.

Esta situación no es ni absurda ni exagerada para quien conoce lo que en psicología se denomina PAS (personas altamente sensibles). De ellas nos vamos a ocupar en este artículo, con la esperanza de que no se enfaden.

Vivimos en un mundo densamente poblado que nos obliga al roce diario con decenas, a veces cientos de personas diferentes. Cada una de ellas tiene su propia visión de lo que es correcto o incorrecto, una manera de expresarse y de reaccionar ante los estímulos externos. No es de extrañar, por tanto, que salten chispas.

Si quien se halla en medio de la vorágine tiene, además, la piel fina, el sufrimiento y los conflictos están asegurados.

En guerra con el mundo
“Sé comprensivo, porque cada persona que encuentres en tu camino está librando una dura batalla” (Platón)

Además de minar la autoestima, estar siempre en guardia agota nuestra energía y nos aísla socialmente. Las personas hipersensibles pierden amistades con facilidad y les cuesta adaptarse al entorno laboral. Desde fuera parece que estén en guerra con el mundo, aunque en el fondo lo están con ellas mismas.

Todos hemos convivido con caracteres susceptibles, que interpretan cualquier comentario como un ataque y van por el mundo sumando ofensas. Son personas desconfiadas que están siempre a la defensiva y reaccionan con hostilidad a las primeras de cambio.

Se trata de sujetos esclavos de la opinión de los demás o, lo que es peor, de lo que creen que los demás opinan de ellos. Por eso la persona susceptible tiene la capacidad de transformar una conversación intrascendente en una tensa batalla. Una opinión, un comentario o incluso una simple mirada pueden bastar para prender la mecha.

La psicóloga clínica Trinidad Aparicio describe con los siguientes rasgos el perfil del hipersensible:
• Tiene una baja autoestima y es muy vulnerable emocionalmente.
• Pierde el control cuando sospecha que murmuran sobre él o cuando se siente atacado por algún comentario.
• Le afecta cualquier opinión y continuamente piensa en lo que debería haber respondido en el momento de “ser atacado”.
• Tiene menos en cuenta los comentarios positivos que las críticas o comentarios negativos.
• Busca el reconocimiento externo en todo lo que hace y se valora en función de la opinión de su entorno.
• Sus reacciones son imprevisibles.

Tras el perfil de una PAS se oculta, por una parte, una urgente necesidad de estima, y por la otra, una visión exageradamente subjetiva de lo que ocurre a su alrededor. Esto explica que, paradójicamente, el hipersensible pueda reaccionar de forma violenta, hiriendo la sensibilidad de los demás.

LA TERAPIA ARTÍSTICA
“Allí donde hay más sensibilidad es más fuerte el martirio”
(Leonardo da Vinci)

Según un estudio realizado en Estados Unidos, una de cada cinco personas padece hipersensibilidad, lo cual no necesariamente tiene que ser negativo. Antes de ver dónde está la barrera entre la persona sensible o delicada y la susceptibilidad, vamos a ver cómo se desarrolla esta última en las diferentes etapas de la vida. Según la terapeuta Marina B. Rolandelli:
“De niño, el hipersensible construye un mundo de fantasías porque percibe una realidad que le hiere y le provoca angustia y miedo. En la adolescencia se siente incomprendido, y sólo porque no encuentra con quién compartir sus emociones. En la madurez, el hipersensible sufre también en su relación de pareja: nunca está satisfecho con la demostración afectiva del otro; se muestra inseguro, acaparador, absorbente y celoso. Magnifica las escenas cotidianas porque no encuentra la clave para regular las emociones, lo que provoca una permanente crisis de insatisfacción y angustia”.

Una manera de mitigar la hipersensibilidad de modo que no afecte a nuestras relaciones con los demás es canalizarla en una actividad artística como la escritura, la pintura, la música o la fotografía. Cualquier vía de expresión artística es una catarsis que nos permite descargarnos de nuestra sensibilidad más fina para volver al mundo con la piel más dura.

Convivir con un hipersensible
“Las personas no nos quieren por lo que somos, sino por cómo las hacemos sentir” (Irwin Federman)

El día a día con una PAS es lógicamente difícil, ya que nos sentimos obligados a andar con pies de plomo para evitar que se desate el conflicto. Como destaca la psicóloga María Jesús Álava, “la interacción con una persona muy susceptible suele seguir este ritual: relación buena y correcta mientras la otra persona mesure mucho sus palabras y esté pendiente de lo que no debe decir o hacer hasta que, inevitablemente, surge algo imprevisto. El susceptible no puede controlar entonces sus reacciones, no puede evitar sentirse ofendido por todo, aunque sea consciente de que actuando de esta manera se está alejando de las personas de su entorno”.

Sin embargo, al adaptarnos como un guante a las manías de un familiar, amigo o compañero de trabajo no le estamos haciendo ningún favor, porque cuando salga fuera de la burbuja protectora que le procuramos, el choque con el mundo exterior será más violento aún.

Conviene buscar un momento relajado para darle a la PAS algunas claves para facilitar las relaciones con los demás y evitar las fricciones:
• Poner las opiniones en cuarentena. En caliente tendemos a dramatizar situaciones que 24 horas más tarde pueden no tener importancia. Por el mismo motivo, no conviene enviar un correo electrónico cuando nos sentimos dolidos.
• Suspender el juicio. Cuando juzgamos a alguien, inevitablemente emitimos un veredicto e incluso un castigo psicológico. Podemos evitarlo renunciando a fiscalizar a los demás.
• No pronosticar las conductas ajenas. Muchos conflictos nacen en la mente de la persona susceptible, que prevé una reacción adversa por parte de alguien, o bien espera algún tipo de gratificación por un favor realizado. Si no proyectamos lo que tiene que suceder, seremos más inmunes a la decepción.
• Cultivar la flexibilidad. Siguiendo el proverbio indio “es más fácil calzarte unas zapatillas que alfombrar el mundo entero”, podemos invitar a la PAS a adaptarse a los demás simplemente con el ejercicio de ponerse en su lugar: la práctica de la empatía.
• Valorar el hecho, no la persona. Una actuación puede ser más o menos afortunada, pero su impacto psicológico es mucho más suave si no enjuiciamos a la persona en su conjunto. Al valorar el acto en sí ganamos frialdad emocional.
• Prevenir conflictos. Puesto que cada enfado conlleva luego gastar mucha energía mental para mantenerlo o reconducir la situación, hay que aconsejar a la persona hipersensible que evite su inicio.

Días sensibles
“Enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, ciertamente, no resulta tan sencillo” (Aristóteles)

Sin ser necesariamente PAS, hay días que nos levantamos más susceptibles, con los sentimientos a flor de piel, sin saber muy bien por qué. Algunos especialistas hablan de biorritmos, de ciclos energéticos que nos afectan cada mes, con días altos, medianos y bajos. Otros hablan del influjo de la luna, o de los ciclos menstruales en el caso de las mujeres.

Sí parece demostrado que los días encapotados, cuando se avecina tormenta, la mayoría de personas se sienten más irritables y/o desanimadas. Hay días proclives a las explosiones de mal humor que tanto cuestan luego reparar.

Antes de perder los estribos conviene recordar que el enfado, además del desgaste de tiempo y energía que supone, tiene numerosas secuelas en la salud general, como:
• Subida de la presión arterial.
• Acidez estomacal.
• Exceso de adrenalina.
• Insomnio.

Detrás de muchas úlceras, por no hablar de dolencias más temibles, hay un estado de irritación permanente que va minando nuestras defensas un día tras otro. Sólo por eso merece la pena blindarse contra la susceptibilidad.

¿Qué podemos hacer si nos asalta el resentimiento –cuando no directamente el odio– hacia alguien que nos ha herido?

El coach Walter Anderson propone para estos casos un antídoto tan directo como natural: “Si estás enfadado con alguien que amas, abraza a esa persona. Y hazlo de todo corazón. Tal vez en ese momento no sientas deseos de abrazarla, lo cual confirma la necesidad de que lo hagas. Es muy difícil estar enfadado cuando alguien te muestra su amor, y eso es justamente lo que pasa cuando nos abrazamos”.

Hay enfados que sí están justificados, como cuando debemos proteger nuestro terreno en el ámbito laboral. Pero incluso en estos casos hay que medir muy bien el cómo, el cuándo y el con quién, como recomendaba Aristóteles.

Si tenemos un día malo y el asunto no necesita ser resuelto inmediatamente, nos haremos un favor –y lo haremos a nuestro entorno– dejando reposar la cuestión hasta el día siguiente o guardando el correo electrónico en la carpeta de borradores para revisarlo más tarde.

Tal como reza el budismo, al mirar la realidad la teñimos de nosotros mismos. Por tanto, al contemplar nuestro entorno con amabilidad es mucho más probable que ésta nos venga de vuelta. Lo que es seguro es que si cargamos con la mochila de la crispación, ésta no hará más que aumentar su peso.
Sólo por eso vale la pena calzarse las zapatillas y perdonar a los demás por sus imperfecciones.
buf como me gustaria interiorizar todo eso. Me considero super suspectible y eso me afecta negativamente, no me acerco a los demas, ni ellos a mi.

Pero bueno...
 
Antiguo 10-oct-2010  

Yo me identifico mucho, el problema es que me da rabia cuando la gente cree que eso es "victimismo" y luego te lo colocan como una característica negativa tuya, por lo visto los únicos que tienen derecho a quejarse o a sentirse mal por algo son ellos, si lo hace una persona que tiene PAS entonces es que es "victimista".

A mi lo que realmente me toca la moral de esto es que si eres una Persona Altamente Sensible entonces ya te pueden colocar la etiqueta de "victimista" y con ello ya justifican cualquier atropello hacía a tí, total, eres el "victimista" y siempre te estas quejando, si te hacemos alguna putada estara justificada por tu "victimismo".

Sinceramente estoy harto que la gente a la que me ha hecho daño me diga que soy victimista, hoy mi ex me ha llamado victimista por decirle a una amiga que tenemos en común que soy idiota por preocuparme por mis ex-parejas cuando ellas no se han preocupado jamás por mí. Por lo visto mi ex le ha dicho a mi amiga "Ya ha salido el victimista".

Ni Fobia Social ni hostías, ya se lo que me ocurre.
 
Antiguo 07-nov-2011  

Cita:
Lo que diferencia a la susceptibilidad es la irritabilidad agresiva respecto de los demás. Para alguien susceptible los otros son una amenaza, siempre hablan con segundas intenciones, a propósito para herir, y así la persona susceptible está a la defensiva permanentemente, dispuesta para contraatacar.
Yo soy así, pero también me juega en contra la timidez. Porque si bien estoy esperando el golpe, al recibirlo (o al creer recibirlo), no sé cómo actuar en realidad; me estanco, me dejo pisotear como siempre.
 
Antiguo 07-nov-2011  

Yo soy muy suceptible cuando se trata de una relación de pareja, eso me juega terriblemente en contra y hace que mis relaciones siempre terminen en fracaso. Supongo que será porque en ese tipo de relaciones uno se abre sentimentalmente a la otra persona y está mucho más vulnerable a las críticas. Igualmente mi problema principal está en no poder decir las cosas que me molestan o me hieren en el momento que me las dicen y voy acumulando hasta que al final exploto.
 
Antiguo 08-nov-2011  
usuarioborrado

Soy hipersensible. Tengo baja autoestima, inseguridad, vulnerable a las críticas y todo lo que mencionás. Me considero una persona pacífica, aunque a veces puedo ponerme agresivo.

Cuando era más chico pensaba que los demás me criticaban. Estaba constantemente a la defensiva, y me perseguía bastante. De todas formas, creo estar bastante mejor.
 
Antiguo 09-nov-2011  
fvq

Pues es muy cierto para mí que los tímidos somos en general muy susceptibles, por eso nos sentimos incómodos ante ciertas personas, muchas por cierto, más bien yo deseara serlo menos, así se me facilitaría la vida, quiero decir, un poquito más insensible. Lo peor es cuando a uno le afecta algo que dijo alguien, cuando en realidad no lo hace a propósito pero es nuestra personalidad la que juega una mala pasada.
 
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