No tiene mérito lo de mi 'escritura'. Me dedico a ello. Pero gracias por apreciarlo. ;)
Quiero dejar claro que yo nunca pienso en dejar la toalla. No lo pensaba con 20 años y no lo pienso ahora con 35. Recuerdo mi etapa agorafóbica, lidiando con los colegas que te llamaban para salir, inventando mil excusas y, al final, sintiéndote a gusto encerrado en casa. La experiencia me ha enseñado que esos acomodamientos no duran. Primero te acojona ir al cine con los amigos, después te acojona salir de casa para ir a la tienda de la esquina, acabas planeándolo todo para no tener que pisar la calle y, ¡zas!, empiezas a acojonarte contigo mismo. Fue entonces cuando entendí que el problema no era la calle, el problema era el miedo. No nos engañemos, el MIEDO es lo que tenemos en común. Los más ancianos del lugar igual recuerdan la serie 'Twin Peaks', y la peli que hicieron a continuación: 'Fire Walk With Me'. Fuego camina conmigo. Pues eso...
Hoy en día no puedo colocarme mentalmente en la situación de hace 15 años. Al contrario, me agobia muchísimo estar un día entero sin pisar la calle o sin ver a gente. No concibo lo que me pasaba entonces, igual que entonces no podía concebir lo que era sentir ansiedad sin una 'amenaza' de por medio. Y entrecomillo lo de amenaza porque, que yo sepa, ninguno estamos en Gaza esperando a que bombardeen nuestro barrio. Ojo, eso no quiere decir que el sufrimiento de un palestino sea mayor que el nuestro. El sufrimiento es algo personal e intransferible. Yo no tengo que caminar 5 kilómetros para coger agua de un pozo, como caliente todos los días, tengo un techo, un medio de locomoción... Sufro de acuerdo a esas circunstancias. Es más, y esto lo leí creo que en una novela que os recomiendo, 'Tengo una pistola' de Enrique Rubio, si mañana se produce un holocausto nuclear y nos quedamos aquí todos en plan Mad Max, se acabaron los miedos imaginarios. Empezarían otros miedos. Algo me dice, eso sí, que en un escenario donde la norma fuera el dolor la mayoría de nosotros nos desenvolveríamos perfectamente. No tendríamos que andar demostrando nada a nadie, no tendríamos que fingir que estamos bien. Puede sonar duro, pero cuando en estos años he tenido que asistir a un funeral el agobio por si me daba el yuyu y tenía que largarme de allí se suavizaba bastante. ¿Por qué? Pues porque en un funeral lo LÓGICO es que la gente tenga reacciones extrañas.
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