En un principio disfrutaba de la soledad, me lo pasaba mejor solo en mi cuarto imaginando que rodeado de gente. No sé cuando Soledad, aquella amiga que nunca te abandonaba empezó a molestarme a hacerme sentir más vacío de lo que normalmente me suelo sentir.
Como se pueden imaginar, no tuve amigo hasta en la Universidad... y no, no eran compañeros de la facultad precisamente mis amigos, sino una persona de un chat. Poco a poco creció nuestra amistad y es, aunque nunca nos hayamos visto (vive en el quinto pino), bastante sólida, así que con veintetantos años tuve a mi primera amiga con la que podía confiar y abrirme un poco.
Uno puede pensar y preguntarme... ¿pero has intentado hacer amigos más cercanos? La duda casi ofende y el resultado fue el mismo... FRACASO, TRAS FRACASO, TRAS FRACASO... quien dice amigo, también se podría llamar búsqueda del amor, pero Soledad nunca me deja solo y nada siquiera empieza.
Hace dos años conocí a un chico, con la mala pata de que he terminado enamorado de él. Yo ya me puse el condicionante de que solo entre nosotros puede existir una amistad... Le quiero tanto que jamás le diré nada, no solo a la evidencia de no ser correspondido, sino porque tampoco sería capaz de proporcionarle la felicidad que merece, y para colmo nuestra amistad está un poco como está.
Hoy odio la soledad, pero es tan insistente por la circunstancia que siempre estuvo, está y estará en mi vida.