Hola a todos:
Normalmente no suelo escribir, pero hoy he decidido hacerlo para convencerme de que todavía puedo comunicarme. Y es que tengo la sensación de que me estoy desvaneciendo como un fantasma.
Desde hace poco más de cinco años me vienen sucediendo cosas que han destruído casi por completo mi precario tejido social y familiar. Tengo cuarenta años, y no estoy casado ni con pareja estable. Pero sí tenía algo de vida social en forma de amigos y familia.
Mi padre murió hace más de veinte años por una larga enfermedad, y yo, aunque tenía trabajo, vivía con mi madre (una larga historia de dependencia-conveniencia) haciendo vida de soltero.
El caso es que en 2006 mi hermana se suicidó con 34 años. Fué un golpe terrible para todos, pero especialmente para mi madre, que tan solo ocho meses después la siguió a la tumba, tras una agonía producida por una embolia con hemiplejia. No quiero alargarme. En esos cinco años perdí amigos y salud. Se agudizó una sordera que padecía, y el año pasado me detectaron una arritmia cardíaca de origen familiar y que requiere descoagulación y medicación de por vida. Mi hermano también la tenía, e íbamos al mismo cardiólogo. Digo que la tenía por que mi hermano falleció el pasado mes de marzo, dejando una hija de diez años. Fué horrible.
Yo desde los dieciséis o diecisiete años he conocido el mundo de los psiquiatras y psicólogos, debido a la depresión. Pero más o menos podía llevar una vida bastante normal. Sin embargo después de estos cinco años terribles, me falta mi familia, y mis amigos han desertado por distintas razones. Y ya no tengo confianza alguna en los terapeutas.
Es un proceso de realimentación. Cuanto más triste o desesperado te encuentras, más soledad se origina a tu alrededor, por puro rechazo. Eso te resta nuevas energías, lo que te hace ser aún mas débil, y a la vez producir más indiferencia o rechazo social.
La cosa parece funcionar así: Si tú eres fuerte y soportas los golpes, la gente lo nota y responde acercándose a tí. Eso crea más confianza y más seguridad a tu alrededor. Es decir, que tiene mas tejido social aquel que menos lo necesita. El proceso es el mismo en sentido inverso. Las desgracias alejan y debilitan el tejido social cuando más se necesita.
Si no encuentro pronto la fuerza suficiente para "estar presentable" socialmente, el aislamiento progresivo acabará dejándome desconectado completamente. Y fuerza es precisamente lo que me falta.
Todavía recuerdo las fiestas de navidad y fin de año que organizaban mis padres, con la casa llena de amigos... hasta que mi padre empezó a enfermar...