Antes de ir al psicólogo yo estuve de cabeza estudiando las definiciones de los distintos trastornos que podían explicar mi condición. Sentía como necesario catalogarme dentro de alguna de página en un manual de psicología.
A principios de este año comencé a ir al psicólogo. He tenido suerte, pues encontré a alguien que me ha ayudado (he mejorado, aunque todavía ni cerca de mejorarme). Y sin embargo jamás se me ha ocurrido preguntarle acerca de cuál sea el nombre de mi trastorno. La pregunta me ha parecido que está de sobra. Hay una infinidad de particularidades que son las que me definen, y si bien es posible que los manuales expliquen los rasgos generales de la personalidad mía o de cualquiera, siempre será un abismo el que separa el alcance de estas explicaciones de la realidad del sujeto. En el fondo, ningún libro ha previsto mi historia de vida, ni la de nadie, así que están todos condenados a no poder explicar nada.
Por lo mismo he llegado a pensar que la psicología, como materia de estudios, es una farsa horrorosa. De nada me sirve alguien que se sepa de memoria esos libracos inmensos de teoría psicológica, si al momento de contar mi historia de vida me pone cara de no saber qué mierda decir. Quienes de verdad pueden ayudar son aquellos que saben escucharte y comprender en serio pues así te ayudan a que tu te comprendas. Y para esto no se requieren psicólogos, basta cualquier tipo con algo de sentido común y paciencia. Lo único especial de los psicólogos es que están dispuestos a vender su tiempo para soportar a alguien hablando de sus rollos.
En este foro he visto a mucha gente medio obsesionada con clasificarse en alguna trastorno. Yo creo que no sirve.