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Este tema de la sinceridad, la hipocresia, las medias verdades, la honestidad, el respeto, todo en el mismo saco, es uno de aquellos recurrentes en mis fases pre y posts situaciones sociales.
Al final, siendo tan suspicazes y susceptibles e imaginativos como podemos llegar a ser, a ver, quién es el osado que se atreve a pensar que los otros actuan con falta de sinceridad. Quiero decir, que en una situación social, los primeros confundidos somos nosotros, ¿cómo pretendemos tener las cosas tan claras acerca de la sinceridad de los demás? Si lo primero que hacemos es pensar que todo el mundo nos está mirando, cuando nadie se ha percatado de nuestra presencia... si en un gesto, en una mirada pasajera, leemos un sinfín de reproches a nuestra persona, a nuestra actitud, a nuestro simple estar, ¿qué nos hace pensar que tenemos la mente lo suficientemente clara y limpia para valorar lo que dicen o piensan los demás? Si es precisamente este último punto la clave de muchos de nuestros problemas: que no paramos de hacerlo.
La mentira, la falsedad, la hipocresia, forman parte de las actitudes sociales y vitales. Nos mentimos a nosotros mismos, para empezar, o sea, ¿cómo vamos a poder evitar mentir a los demás y que nos mientan?
Yo, que todo el día le estoy dando vueltas a como ser justo y honesto conmigo mismo y el resto del mundo, he creado mil personajes que se me han escapado de las manos para sobrevivir, he dicho mil mentiras inútiles, he sido un borde lamentable por no ponerle filtros (¿más filtros? ¡sí!) a lo pensado.
Nos alaban y pensamos que no son sinceros, nos denostan y creemos que llevan más razón de la que tienen. ¡Y al revés! Y otras muchas combinaciones...
Al final, caemos en la misma trampa de siempre: el lenguaje es el arma de doble (o triple) filo. Es nuestro sistema de comunicación por excelencia... pero es terriblemente imperfecto y casi que la mentira, la falsedad, está en la base de su mecanismo.
¡Mira que yo también! Empiezo con una idea concisa y acabo soltando un rollo...
Sólo quería decir brevemente:
1- Que la sinceridad no implica la grosería. Y que su ausencia, tampoco implica mayor respeto.
2- Que el daño, a estos alturas, no nos lo causan los demás, sino nosotros mismos. Procuremos distinguir eso. Cuesta un montón. Pero intentémoslo.
3- Seamos un poco más flexibles, démonos un amplio margen de error. Lo necesitamos.
Saludos
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