Yo no creo caerle mal a la gente, o al menos no en guisa de una animadversión consciente. Eso sí, me he visto marginado con frecuencia desde que era un renacuajo, y a veces he sido rechazado abiertamente, pero hoy en día son espejismos de un aire más sutil los que median entre mí y mis coetáneos.
La "fata morgana" se sustenta en esa tendencia general según la cual, en un alarde de narcisismo subterráneo del que a veces ni siquiera nos pispamos, tendemos a categorizar (muchas veces mediante prejuicios) entre un "nosotros" y una "otredad". El cuerpo que constituye el "nosotros" lo conformarían personas afines a nuestra idiosincrasia, así como aquellos que comparten nuestras ideologías y nuestros gustos. De esta manera, religiones, partidos políticos, tribus urbanas y demás corsés cerebrales cumplen una función de identificación social, contribuyendo a configurar nuestra identidad como personas y haciéndonos sentir reconocidos ante ese grupúsculo de afines, lo que no deja de ser una forma de obtener -y aspirar a- afecto, sea este más o menos vacío.
La "otredad", sin embargo, también tiene su papel en el acto de formarnos como individuos, pues representa lo que no somos y, puesto que la mayoría de narrativas que constituyen la identidad social son de carácter exclusivo, en ella se engloban todos aquellos seres que chocan de un modo u otro con nuestra cosmovisión.
Yo me he "autocriado" en la soledad de mi habitación, por decirlo de alguna manera, y la ideología y valores que abandero son una mezcolanza devenida de muchos afluentes, pero muy someramente han sido estos contagiados por los numerosas narrativas excluyentes, y actualmente me he dado cuenta de que yo siempre he sido parte de la otredad para todos mis allegados. Casi siempre que conozco a alguien cruzamos enjuiciamientos recíprocos: "él no es como yo", pero incluso cuando yo he tratado de aceptar la otredad y convivir con ella mi distanciamiento ha sido insoportable para los demás. Soy la otredad porque no pertenezco a ninguna categoría que los demás tengan archivada, y por lo tanto no me ciño a la previsibilidad que eso acarrea. No sé seguir las normas; necesito a alguien que deteste la normalidad, que esté dispuesto a explorar y a debatir, que esté dispuesto a encontrar un "nosotros" escondido en la otredad.
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Joder. Ya me estoy poniendo filosófico y zarrapastroso... me iré a la nevera a ver si dejo de escribir gilipolleces.
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