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Ese fue un gran dolor durante la mayor parte de mi vida, y se inició según recuerdo aproximadamente a los 16 años.
He buscado las causas de este malestar y he creido encontrarlas, algunas fueron traumaticas para mí, y al parecer ese miedo se disparaba al sentirme observada.
Causas u origenes en mi caso:
_ Cuando tenía alrededor de 6 años un hombre adulto me metió la mano en las nalgas, al voltear a verlo, ví en su rostro la malicia acompañada de una risa burlona. Me sentí humillada, impotente y una terrible verguenza al sentir que habían testigos que observaron mi humillación.
_ A los 7 años aproximadamente al acompañar a mi hermana que tenía 15 al mercado, ví como un hombre le metió la mano, y observé su rubor, su verguenza y su impotencia. Pues estos tipejos lo hacen al pasar, se alejan inmediatamente pero luego voltean a observar y deleitarse con el rubor y la verguenza provocada.
_ Al año siguiente, otro hombre me metió la mano, allí yo volteé furiosa, y le grité una serie de insultos, al observar a los testigos los ví absolutamente indiferentes, al observar a las mujeres, ví en su semblante indiferencia ó una recriminación, como diciendo: "mejor cállate, que estas pasando más verguenza al vociferarlo que al hacerte la desentendida", en el rostro de algunos hombres se observaba una risa burlona, como festejando el hecho del otro macho y observándola a una como "de que te quejas, a las mujeres se les mete la mano". Por allí, uno que otro rostro perplejo, ó el rostro de alguien que entendía me verguenza y rabia, pero todos mantenièndose al margen. Sentí que estar en la calle, era exponerse a ser manoseada, humillada, pasar verguenzas y ni siquiera tener el derecho a defenderse. Recuerdo que lo que màs me dolìa era ver el rostro de alguien correcto, sintiendo pena por mì. Sin embargo, esos episodios los olvidé.
_ Al cumplir los dieciseis me puse muy bonita (lo digo con humildad, y para graficar de forma clara los hechos), tenía unas formas muy femeninas y unos gluteos que estaban muy bien formados. Y no faltaban los sucios piropos, las miradas descaradas, alguna mueca obsena cerca de la cara, o que al pasar te susurraran obsenidades. Si tenía que pasar por una esquina donde se solian sentar grupetes de varones, sentía un terrible espanto en el pecho, me sudaban las manos, sentía que al pasar recibirìa una metralla de palabrones.
_ Así se fué acentuando mi miedo a caminar sola, por tanto siempre buscaba compañìa para poder salir de mi casa. Cuando me veía obligada a hacer alguna gestiòn sola en la calle, me llenaba de ansiedad, de temor, estudiaba mi actitud, me colocaba lentes, estaba rígida, y en mi mente se repetía la idea de pasar por esa situación miserable otra vez. Tenía miedo, y sentìa verguenza de mi misma. Pensaba, ¿que acaso tengo colgado un letrero encima que diga "****" o algo parecido? Habian dìas que pasaban los carros y se sobredetenìan para girar y observarme el rostro, luego de haber observado la parte de atrás. Yo, pensaba: "Dios, me he manchado el pantalón, tengo cara de loca"? Y así mi inseguridad fue en aumento, hasta que ya no quería salir de la casa si no era acompañada.
_ En esa época tenía una amiga, ella tenìa un cuerpo escultural, usaba los politos y pantalones ceñiditos, y caminaba con una tranquilidad y soltura bárbara. Yo le pregunté, si no le afectaba la mirada de la gente y la basura que algunos hombres solìan soltarle al pasar, ella me dijo con toda tranquilidad que para nada le afectaban, que al contrario algunos le causaban gracia.
_ Allí me dí cuenta, que yo tenía un problema. Por qué ella podía sentirse tan segura con su sensualidad y el interés que despertaba. Y en mi caso, eso me había hundido en el terror.
_ Analizándome más, empecé a sacar recuerdos de la niñez. Mi padre fue un hombre muy mujeriego, y recuerdo que un dìa conversando èl con una parienta que habìa llegado de visita, fijò su dedo ìndice en mi, y con una mueca estraña entre dolor y desprecio le dijo: "Esta es la que va a ser la coqueta". A lo que ella respondiò: "Tío, no seas malo, como le vas a decir eso a ...... (mi nombre)". Fué tan doloroso ver esa expresión de la cara de mi padre señalándome, me sentí juzgada, sin haber hecho absolutamente nada, sòlo ser agraciada fìsicamente. Yo apenas tenìa en esa oportunidad 12 años. Mi primer enamorado lo tuve a los 16, y no porque yo quisiera, sino por la presiòn de las amigas, pues todas ya desde los 14 habìan tenido, y me miraban a mi como un bicho raro.
_ Me casé cerca de los 20 años, siendo virgen. He tenido un matrimonio de casi 28 años. Pero, ese terror a salir sola a la calle me hizo dependiente de mi marido, por el cual desarrollé un amor romántico obsesivo. Sin su ayuda, yo me sentìa incapaz de realizar gestiòn alguna. Al casarme pensé, ahora cambiarè, ya soy una señora, este miedo y los piropos acabarán, pero no fuè asì, cumplí 25 y sentìa el mismo miedo, cumpli 32 y seguìa igual, cumplí 42 y ya dependía de mi esposo para todo.
_ Pero por otro lado, estar sumida en mi introspección y análisis de mi conducta, me llevaron a conocerme mucho a mi misma, ha entablar una relación muy buena conmigo, a pesar de no poder superar eso, desarrollé muchas habilidades que me trajeron como consecuencia el bienestar económico. Gracias a Dios pude terminar la universidad, estudiar inglés, computación, salir a esas clases para mí era agobiante, estar sòla en la calle, me temblaban las piernas. Sobre todo cuando me acordaba de mi miedo, me daba cuenta que a veces no pensaba en ellas y me sentìa libre y relajada, pero apenas veía una amenaza, me embargaba todo el terror de ser observada, humillada, ridiculizada. Sentìa un peso en la nuca, como si siempre alguien me estuviera siguiendo los pasos. Era yo misma, mirándome, esperando el momento de sentirme ridìcula ante un evento desagradable.
Sacando lo mejor de esto, al mantenerme casi siempre en casa, donde yo era yo, allí estudiaba con ainco y perserverancia. Yo pienso, analizo, planeo, diseño, hago el plan estratégico, investigo, y mi esposo ejecuta. Soy incapáz de querer recibir el reconocimiento y los aplausos, le cedo el play de honor a mi esposo. Tengo pánico escenico, ni siquiera se me apetece hacer un brindis.
Lo malo de esto, ha sido el apego y dependencia emocial que he desarrollado hacia mi esposo. Nuestra relación está muy mal, porque él desarrollo vicios nefastos, alcohol, drogas, ansioliticos, putas y viagra. Que tal coctel.
Estoy afrontandolo todo, estoy sacando adelante mis empresas sin él. Me siento cómoda al salir ahora a la calle. Claro, ahora tengo 47 años, aún soy atractiva a pesar de mi edad, si me arreglo bonito. Pero al no estar ya a su lado y tener que asumir todas las gestiones, salidas y trámites, y estando sin su compañía a mi lado, no me maquillo, no me arreglo de forma femenina y sensual. Un buzo, una cola, una conducta de absoluta indiferencia hacia el sexo opuesto, y para adelante. Al menos así ando con soltura. Pero, continua el problema, puedo ser femenina y atractiva sin la compañìa de él a mi lado? No. Aún siento terror de ser observada.
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