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Iniciado por MartinHache
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Doy por perdida mi batalla personal, mi lucha, si he de depender de terceros que no me toman en cuenta (aunque pueda sonar un poquito egoista por mi parte)
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"ellos" no nos tienen en cuenta, el problema son los demas que disfrutan jodiendonos y poniendonos trabas. ¿seguro que esto es asi? ¿porque son los demas los que se tienen que acercar a nosotros? ¿no podriamos ser nosotros los que nos acercasemos a ellos? ¿estamos poniendo lo suficiente de nuestra parte?
Perdonad el tocho que acabo de soltar.
Saludos
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Me acuerdo de la primera vez que acudí a la consulta de la
profesional que me atendió, aquel día. Como ya comenté anteriormente, todo me resultó bastante extraño y contradictorio, pero aun así decidí seguir viniendo; darle un voto de confianza a aquella persona que, en aquel momento, era la única persona que podía arrojar algo de luz al final del túnel.
El hecho de pedir cita con el especialista, comentarlo con mis familiares, y... finalmente acudir a aquella cita, para mí supuso una prueba importante en mi vida:
-reconocer por fin que padezco un problema
-que yo sólo y en aquel momento y situación no era capaz de solucionar
-depositar
toda mi confianza en aquella persona que se disponía a tratar lo que me ocurría.
Todo aquello, como digo, fue para mí una prueba de fuego. En mi opinión, todo lo que yo le di a la psicóloga -confianza, ante todo, aparte de datos personales y mucho, mucho interés por mi parte- debía haberse cangeado por una actitud profesional, por su parte: dedicarle el interés que se merecía. Si yo, una persona que en aquel momento rehuí varias veces de acudir a un psicólogo -porque ni siquiera era capaz de aguantar en una sala de espera- y final mente accedí, le conté mi vida de cabo a rabo, le di escritos que yo mismo producía en situaciones de máximo estrés para después evaluarlo juntos, etc. y ella sencillamente se limitaba a leer y escuchar lo que yo le contaba
sin aportar en absoluto nada, ¿por qué he de seguir mostrando interés en esa terapia?
Recuerdo que a veces mi frustración era infinita. Había días que salir a la calle, para mí, era un castigo terrible.Y montar en un autobús y esperar en la salita adjunta a psicología, en aquella situación supuso para mí un esfuerzo que no recogía sus frutos. Para mí era un insulto, que consulta tras consulta la psicóloga se limitara a re-preguntarme cosas que yo ya había más que hablado y aclarado, porque ella ni se acordaba ni tenía escrito en su resumen de mí. Me parecía injusto. Es que pasé de ser evaluado a evaluar yo mismo a mi terapeuta. Era una sensación tan amarga...
Como yo ya sabía que en 15 minutos -que era la duración de cada consulta con ella- no daban ni para terminar de decirnos "hola qué tal", cada vez que acudía le entregaba folios que yo escribía, describiendo sensaciones y situaciones que vivía in situ, con la intención de aclarar algunos puntos y agilizar la terapia. Pero ella no lo leía, lo guardaba en un sobre y no se volvía a saber nada más -ni de los folios escritos, ni de su contenido-
Bueno, ya digo. Me defino como una persona que da, da mucho a la gente y a cambio espera también algo. Yo no pedía nada más que un poquito de atención por su parte, algo de interés. Algo que lo demostrara.
Cuando le contaba que en los últimos días padecía crisis de ansiedad, me recetaba ansiolíticos, calmantes, relajantes. Pero una persona que padece ansiedad,
realmente aprende a controlarse con terapia de relajación, aprendiendo el porqué, el detonante de la situación y saber interpretarla. Los medicamentos pueden servir de apoyo a todo esto, ¿pero siempre como la única solución? Es la vía más fácil para aparcar un problema que
seguirá estando ahí. Para mí, éste que es uno de tantos ejemplos de cómo me trataba esta
profesional, ratifica lo que pienso.
Por mi parte, he leído libros que tratan el tema y he avanzado mucho con la ansiedad. Sigue ahí, es algo que forma parte de mí y lo sé. Pero ahora sé como interpretarla y saber convivir con ella. Lo he aprendido yo, yo sólo. Nadie me ha ayudado. En cambio mi terapeuta se limitaba a
ponerle un parche a un neumático pinchado. Tarde o temprano seguirá perdiendo aire, hasta que acabará reventando; en vez de enseñarme cómo cambiar yo mismo una rueda.
Al margen de todo esto, que no es más que una experiencia personal, como tantas otras iguales o diferentes, quiero decir que ni expreso ni creo haber expresado que la seguridad social albergue incompetentes en su plantilla. No disparaba en esa dirección. El tema es la escasez de medios, de información, de
interés, por patologías ajenas a lo que pueda representar un
peligro social en potencia, o un colectivo muy protegido por medios de comunicación, fondos públicos que pagamos todos y que disfrutan de más ventajas y medios para solucionarlas. Para mí, un ciudadano más que paga sus impuestos es muy triste. A nadie le importa, salvo a nosotros mismos. Mantengo lo dicho, pese a lo que diga MartinHache, que parece haber dado con un buen profesional -en su criterio- y se alegra de que ésta, al fin haya accedido a su deseo: concederle consultas más asiduamente, mostrar más interés. ¿Pero no es triste tener que leer que hay que hacer méritos para que realmente se nos tome en cuenta? ¿Méritos, dices? Una mascota se desvive para que su amo le preste atención, le dé cariño y juegue con ella. Hace méritos. Pero yo, como persona, me ofendo si alguien juzga así cómo debe ser tratado un paciente de fobia social. Un colectivo que pide a gritos -callados- ayuda... Un colectivo que ni si quiera puede valerse por sí mismo, pues no puede relacionarse de forma sana con la sociedad, algo
fundamental para el correcto desarrollo de la persona y saber llevar el día a día, desenvolverse con la gente. Algo
esencial para su supervivencia, como personas ajenas al mundo que le rodea.
¿Cómo se puede evaluar si una persona hace méritos para ser tratada como se merece, si ni siquiera puede adoptar un comportamiento sano, coherente, legible para la mayoría de la sociedad?
Creo, que soy una persona que da mucho, y espera recibir poco. Pero ni aun así soy capaz de comprender que haya que "hacer méritos" para ser tenidos en cuenta, y en consecuencia premiados con la terapia que merecemos. Me parece triste.
PD: lamento la parrafada escrita, que no está ni correctamente estructurada ni es cómoda de leer. Pero son ideas que se me vienen a la cabeza y las he escrito en el acto, antes de que se desvanezcan.